viernes, 28 de diciembre de 2012

Individuos Anónimos


Esto de las fiestas tiene su lado positivo, ¿eh? Yo al menos lo veo así, me sirven para ver más a gente que veo poco, por las razones que sean, e incluso reencontrarme con gente con la que perdí el contacto a lo largo de los años.

Uno de estos días de fiesta, después de una comida familiar, tomando algo por el pueblo, me encontré con un amigo, y me encontré en una de estas situaciones inesperadas que hacen que me congele un poco. Resulta que se me acercó un ex compañero de clase, con el que no nos veíamos desde hace años y empezó a hablarme de cómo se había quedado solo. La historia así rápido es la de siempre, después del instituto cada uno hace su vida y yo además me mudé, así que dejamos de hablar, con él y con muchos otros.

Bueno, el caso es que al parecer, bajo su criterio, de alguna forma me echaba en cara haberme mudado, y que hubiéramos perdido el contacto, entre risas me dijo “claro, es que me abandonaste aquí y mira en lo que he acabado, si miras alrededor tú dime de estos que están por aquí, ¿quién no se mete algo?”. Éramos bastante amigos, pero no teníamos el mismo rollo, no nos costó separarnos en aquellos tiempos, así que supongo que simplemente me lo echaba en cara a mí porque yo no estoy en el mundo en el que están las personas a las que se refería.

Me quedé de piedra, la verdad, mientras no reflexioné y me di cuenta de que de ninguna forma eso podía ser culpa mía me sentí la peor persona del mundo, pensé que ya no podría ser Batman, que mientras yo vivía mi vida él era infeliz porque yo no estaba. Cada persona es capaz de definir su destino en gran parte, por lo tanto sólo él lo decidió, nada que ver tengo yo ahí, pero os cuento todo esto para hablaros de lo que realmente me vino a la cabeza.

Y es que hay algo en lo que él tenía razón: tu entorno te condiciona. Si no estás a la moda, te sientes mal, si no tienes WhatsApp, no eres nadie, y así un largo etcétera. Si todo el mundo se mete algo, y tú no, no estás en la onda, y a ciertas edades eso puede ser peligrosísimo. No pude evitar acordarme de Cándido, un hombre que aparece en el episodio de Maria Victoria Molins de “El Convidat” y explica que al llegar a Barcelona no tenía a nadie, sólo a un primo suyo, y como él y sus amigos se metían, pues él también cayó, y eso le arruinó la vida. Pero sobre las drogas ya hablaremos más adelante, les pondremos cara y nombre a las experiencias, ya veréis…

Donde más golpea esto es en los adolescentes, si tenéis a alguno en casa, o cerca, lo sabréis. Ellos tiene clarísimo que una camiseta de marca es mejor que una que no, o que un iPhone (otra vez con Apple, ¿tío?) mola más que cualquier otro móvil, aunque no sepan explicar el por qué.

Pero hasta cierto punto, que lloriqueen por cosas caras o de marca no es un problema. El problema aparece cuando son cosas más graves. Me rompería el corazón que mi hijo cayera en las drogas porque su grupo de amigos se droga y si él no lo hace se queda solo. Lo entiendo, si te paras a pensarlo un poco, lo entiendes, sacrificas cosas a cambio de estar en la onda, de no sentirte solo, de no ESTAR solo, qué mierda. Cuántas madres hemos oído decir que su hijo era buena persona, pero que iba con malas compañías…

Qué miedo nos da estar solos, ¿no? Algo me dice que esto no es exclusivo de los adolescentes, y me hace preguntarme por qué. Supongo que porque así nos lo han vendido, así lo hemos aprendido todos, un crío que no tiene amigos es un marginado, objeto de burla a menudo. Alguien que no tiene pareja a partir de cierta edad hace que todo el mundo se ponga nervioso y se oyen susurros. Si no tienes el nuevo móvil guachipepino igual no puedes hacer fotos al cocido de tu abuela para subirlas a instagram y luego el finde no podrás enseñárselas a tus amigos cuando ellos te enseñen las suyas.

No lo sé, tendré que vivir más tiempo para averiguarlo. Hay que llevar cuidado con esas cosas, en un mundo ideal todo el mundo encontraría su lugar en el mundo y nadie se sentiría solo, pero en este las cosas no van así. Esta es otra de las cosas que me hacen mella, porque aún no sé me ha ocurrido la forma de solucionarlo, y es algo que está pasando ahora, mientras escribo, mientras lo leéis, alguien lo pasa mal. Es no sé, como si tuvieras una gotera que te cae en la frente y no pudieras taparla.

Me leen varios adolescentes que yo sepa, y muchos jóvenes, así que el mensaje es que no os sintáis solos por no hacer lo que todo el mundo hace, nuestra grandeza como personas reside en ser únicos, no en ser iguales. Y si algo que pasa en vuestro entorno no os gusta, no lo hagáis, no os sintáis presionados, habladlo en casa o cambiad de entorno si hace falta, aunque no mole. Lo que todo el mundo hace casi nunca es lo correcto.

Y si sois padres contratad a un detective privado, o perseguid a vuestros hijos de árbol en árbol por las noches, yo qué sé. Igual también podéis educarlos correctamente y no dejéis que se sientan solos. Si os mandan a la mierda y os dicen “déjame en paz” os fastidiáis pero no dejáis de preocuparos, los adolescentes son así. Ved menos la tele a la hora de comer, contadles vuestra vida si es mala para que sepan lo que no hacer, y aprended lo que no sepáis para enseñárselo.

Nos pasamos el maldito día quejándonos de lo mal que van las cosas, y no nos damos cuenta de que cada cosa que hacemos tiene un efecto. Sacrificamos cosas para que nuestros hijos tengan una “vida mejor”. ¡Y un huevo! Un móvil caro que vas a pagar en 12 meses (más IVA) no hace la vida de tu hijo mejor, aunque ponga cara de felicidad al abrir la caja, si no peor si no le has enseñado el valor de las cosas. Veo a dirario padres que enseñan a sus hijos valores opuestos a los que ellos creen sólo porque así es el mundo, porque es lo que todo el mundo hace, y luego se quejan de que sus hijos son materialistas y los miran con asco. Y dirán entre suspiros: “qué mal está el mundo…”. No te jode…

Charles Darwin – “La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

viernes, 21 de diciembre de 2012

Aprender


Mi año termina hoy, porque así lo digo yo, y esto es lo que he aprendido en este año.

He aprendido que el dolor es lo que más enseña en la vida, y que nos hace más reales. He aprendido que nuestros fantasmas nunca dejan de perseguirnos hasta que nos damos la vuelta y les miramos a los ojos, y que entonces se convierten en simples motas de polvo. He aprendido que para aprender hay que estar dispuesto a ello.

He aprendido que todo el mundo siente miedo, unos lo disfrazan mejor y otros peor, pero casi nadie lo dice. He aprendido que el mundo no da miedo, dan miedo algunas personas. He aprendido que la mayoría de axiomas humanos son mentira, y que la propia definición de la palabra está equivocada. He aprendido que hay que preguntarse siempre el por qué de las cosas y que un “porque sí” nunca es válido.

He aprendido que tenemos la obligación de educarnos a nosotros mismos y darle vueltas a todo para crear nuestra opinión, no seguir las que nos dicen o inventarnos una sin argumentos para quedar bien. He aprendido que nadie es perfecto. He aprendido que yo no soy perfecto, pero que eso nunca puede servir como excusa. He aprendido que soy el tipo que más mete la pata del mundo, y he aprendido a divertirme con ello. He aprendido que la vida sin riesgos es aburrida, y que la mayoría de riesgos son insignificantes.

He aprendido que hay mucha gente dispuesta a compartir, pero muy poca a dar el primer paso. He aprendido que a solas los monstruos son gigantes y dan mucho miedo, pero que acompañado son ellos los que salen huyendo. He aprendido que los problemas son más grandes en nuestra cabeza que cuando salen por nuestras bocas. He aprendido que hay que saber ser de piedra y de algodón. He aprendido que la vergüenza o el miedo no pueden ser excusas para dejar de hacer algo bonito.

He aprendido a ver en lugar de mirar, que el cielo es precioso y que los techos fueron uno de los peores inventos del hombre. He aprendido que todos vivimos bajo el mismo cielo y somos iguales, y que eso no cambiará nunca. He aprendido que la vida es maravillosa, incluso en los malos momentos. He aprendido que la vida tiene su forma de fluir, y que si no eres capaz de entenderlo y adaptarte lo pasas peor. He aprendido que hay personas que se hacen preguntas y respetan, y que hay otras que ya creen saberlo todo.

He aprendido que hay personas que no quieren ver. He aprendido que muchas veces lo que más nos asusta somos nosotros mismos. He aprendido que uno siempre recoge lo que siembra, aunque a veces tarda un poco. He aprendido que casi siempre que sonríes a alguien, te devuelve la sonrisa.

He aprendido que si algo te da vergüenza, significa que te importa, así que tienes que superarte. He aprendido que los humanos somos formidables, sorprendentes, impredecibles. He aprendido que todo es relativo. He aprendido que la vida son etapas, una aventura que debemos superar. He aprendido a no estar solo. He aprendido que detrás de cada esquina puede haber cosas increíblemente preciosas, y que si no las hay, siempre puedes darte la vuelta.

He aprendido muchas cosas de mí mismo que no sabía. He aprendido a aprender. He aprendido que me quedan infinitas cosas por aprender. He aprendido que de todo se aprende.

Y, sobre todo, he tenido que aprender a vivir.

El Señor de los Anillos (J. R. R. Tolkien) - "Todavía puede haber una luz más allá de las tinieblas; y si la hay, quisiera que la vieras y fueras feliz."

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

martes, 18 de diciembre de 2012

Oh, blanca Navidad


Seguro que ya pensabais que os ibais a librar, ¿eh? ¡Pues no! Como todo el mundo por estas fechas hoy os voy a dar la chapa con mi visión de la Navidad.

Empecemos por los niños, que en definitiva es lo más importante, vosotros los adultos ya estáis perdidos, no tenéis solución. Hace unos meses discutimos en casa sobre si mi hermana debía hacer la comunión o no. Ella, con 9 años y más pícara que nadie, aseguró que creía en Dios y que por eso quería hacerla, pero probablemente la verdad es que a ella se la soplan todos los Dioses posibles, aunque lo de los regalos parece importarle más, como a cualquier crío. Todos coincidiremos en que un niño todavía tiene todo por aprender, y así debe de ser, y que si le ofreces regalos todavía no tiene la capacidad de ver más allá, el problema aparece cuando eso se mantiene en la edad adulta.

Y es que la Navidad es más de lo mismo, primero están los que la celebran por la religión, lo cual me parece genial, cada uno con sus creencias, pero sigo sin ver por qué hay que gastar dinerales en regalos y comida cara en la mesa. Me parece absurdo, el otro día bromeando con la familia dije que dudo que en el portal tuvieran para gambas y que yo pienso comer todos los días de las fiestas pan con queso. La base de estas fiestas debería ser la humildad y la generosidad, estar juntos, y sin que importara lo que valga lo que está en la mesa ni los regalos, que encima en ocasiones se convierten en dolores de cabeza para algunos, menuda dificultad tiene elegir un regalo para alguien que no ves en meses. Sandeces, aunque por suerte las modas siempre te ayudarán, este año a las mujeres toca “50 sombras de Grey”, y a los hombres yo qué sé, un maletín de herramientas nuevo.

Luego los que no lo celebran por religión, se excusan en que se aprovecha para estar juntos, unos hacen creer a sus hijos en un tronco de madera que sonríe feliz al darle pieles de naranja y que caga juguetes, otros en un carbonero tonto que dicen que les lleva regalos y otros directamente en un hombre mayor y obeso que vuela por los cielos para repartir regalos por todo el mundo. A mí sigue sin valerme, la verdad, no me parece más que una excusa para que la gente se gaste cantidades de dinero que hoy en día dan un poco de vergüenza viendo la de gente que no tiene ni para sopa. “Hombre, pero no seas así, que a los niños les hace ilusión los regalos”. Claro que sí, enseña a tus hijos desde pequeñitos que lo que tiene valor son los juguetes caros que usaran una vez y habrán hecho que te gastes 30 euros que a otro le hubieran dado de comer. Qué divertida es la humanidad, joder.

Y es que este tema es un tema divertido, porque en estas fiestas parece que la gente de repente se acuerda de los pobres. El otro día un chaval me enseñaba en su iPad (a ver si me empieza a pagar Apple por la publicidad) con cara de asombro, preocupadísimo, una noticia que decía que una de cada cinco personas en España está en peligro de pobreza mientras yo me reía por dentro, menuda imagen. Él estaba súper sorprendido, y eso está bien, que la gente se preocupe. Yo no digo que cada uno no pueda gastarse su dinero en lo que quiera, pero creo que tenemos la obligación de ser un poco más responsables, tanto ahora como el resto del año.

Las Navidades son una época donde los reyes del cinismo y la hipocresía alcanzan su apogeo, familias que no se hablan durante el año se reúnen porque hay que pasar las fiestas juntos y para que los mayores no se sientan mal. La televisión habla de pobreza y de hermandad cuando durante el año gastan millones en cosas totalmente absurdas, con el dinero que le pagaron a la Esteban en cualquiera de sus entrevistas daría para dar de comer a mucha gente, en Navidad o en cualquier otro momento. Y en enero, los pobres seguirán siendo pobres, los de clase media serán un poco más pobres, y como siempre, los ricos serán más ricos habiendo vendido muñecas, juegos y patinetes a mansalva.

Cada uno que celebre lo que quiera, no seré yo quien eche en cara nada, es más, yo veré a mi familia en Navidad y en Fin de año pero soy consciente de que es sólo una excusa más para vernos, igual que cualquier otro día, y me pondré hasta el culo de sopa y canalones de mi madre y de mi abuela. Ya sé que hay que comprar cosas, sobre todo por los niños, no vas a dejar a tus hijos sin regalos mientras que los hijos de los demás tienen bicicletas nuevas, pero enseñadles el valor de las cosas, que no celebren regalos envueltos en papel brillante.

Si en realidad creéis en algún Dios, explicadles por qué y, en cualquier caso, enseñadles que lo que celebramos es que estamos juntos, que tenemos un techo, que estamos sanos y que nos queremos, no la Play Station, la bici nueva o la nueva peli de Dora la Exploradora. Enseñadles vuestros valores, y si no los tenéis, los buscáis, que también os irá bien, y se los enseñáis, es vuestra responsabilidad. Ellos serán el mundo mañana, y si sale mal, si el dinero sigue siendo el dueño y los pobres los más perjudicados, será culpa nuestra, culpa de lo que les enseñamos, no de ellos.

Hay que reflexionar sobre las cosas, buscar en Internet, que es gratis, y darse cuenta de los engaños con los que crecemos. Por ejemplo me encanta la historia de las doce uvas: se supone que las familia adineradas se permitían uvas y champán para acabar el año, y un año en que los agricultores tenían excedente de uva, un genio de la publicidad debió de decir que comerte doce uvas a final de año te daría suerte para el siguiente. Así que imagino que entre eso y el constante deseo de ser como los ricos, que no es más que algo que hemos ido heredando de nuestros padres, hicieron que vendiera toda la uva. Un cachondo el tío, debe de estar descojonándose todavía de la broma.

Pues nada, que tengáis buenas fiestas, aunque volveré por aquí antes de Navidad para resumiros mi año, que disfrutéis de los vuestros y de vuestros regalos, y que comáis mucha uva o, si este año sobra otra cosa, pues otra cosa. Dicen que los ricos ahora comen atún y beben zumo de melocotón para Nochevieja, no les hace falta ser más exquisitos porque pronto nosotros no podremos comprar ni eso.

Lluis Llach - El día en que cuando a un niño se le pregunte "¿Qué quieres ser de mayor?" conteste "Quiero ser una buena persona", seguramente la sociedad que soñamos estará muy cerca.

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿El sexo débil?


Dejando de lado lo genéticamente obvio, la reproducción de la especie y esas cosas, pienso que no sé cómo sería el mundo sin hombres, pero estoy seguro de que sería mucho peor, y pocas cosas funcionarían si no existieran las mujeres.

Yo lo siento, sé que esto no gusta y que igual quedaré mal, que algunas personas me veréis peor a partir de ahora, pero es lo que pienso, creo firmemente que los hombres y las mujeres no son iguales. Me voy a tomar el derecho de hablar tan objetivamente como pueda y durante el rato que pase escribiendo esto voy considerarme neutral, ni hombre ni mujer, como Batman, que es un símbolo (tengo que aprovechar…).

Y es que la vida, al menos la mía, no tendría sentido sin las mujeres que han pasado por ella. No me gusta generalizar como ya habéis leído en “Negatividady otros monstruos” pero sí puedo hablaros de mi experiencia. Antes de ir más allá tengo que deciros que mi caso es un poco especial, porque yo tengo tres familias en lugar de dos, la separación de mis padres tuvo un lado positivo que es este, que he podido gozar de tres casas. Dicho queda, sigamos.

Los hombres molan, hacen deporte contigo, te enseñan a nadar, a montar en bici y, a veces, te sirven como ejemplo en la vida, la persona a la que más admiras y a la que esperas parecerte algún día. Parecen esa figura irrompible que puede con todo, pero sea por lo que sea, siempre algo desde lejos, imagino que será debido a la cultura estúpida que hemos tenido de que “los hombres no lloran”, “los hombres no hablan de sentimientos, eso es de débiles”, etc.… ya nos entendemos.

En cambio las mujeres han sido para mí las personas que han visto que algo iba mal sin tener que decir nada, que han sabido acercarse a mí esquivando mi mala uva a ratos y mi ex personalidad introvertida y que me han ayudado en los momentos cruciales de mi vida, sin ellas hoy no sería lo que soy, igual no sería nada.

Mis tres abuelas me enseñaron lo que es amar incondicionalmente, el amor de verdad, llegar sacrificarse hasta puntos casi absurdos por los demás. Me enseñaron a reparar los errores, y que siempre se tiene la oportunidad de ello, me dieron toda su ternura y todos sus besos apretaos y me dieron un sitio al donde volver aunque todo lo demás fuera mal. Mis tías me enseñaron que con un poco de distancia las cosas se ven de otra forma, me enseñaron a perdonar a los demás, a entender que todos fallamos. Me dieron aire cuando ya no me quedaba, entendieron lo que pedía y me lo dieron, hicieron por que las sintiera cerca y me ofrecieron todo lo que tenían, y hasta me salvaron la vida, cada una a su manera.

Y luego quedan otras dos, mi madre y otra mujer que ha tenido que aguantar muchas veces “¿Pero no es hijo tuyo, no?”, y muchas crueldades a lo largo del tiempo, por suerte cada vez menos. De las dos aprendí que hay que saber ser fuerte, hay que seguir adelante y hay que ganar a los obstáculos que nos encontramos, que tenemos que entender que nuestros problemas no son nunca mayores que los de los demás y que hay otras cosas más importantes en la vida que el dinero y las cosas que compra, que de todo se sale pero que hay que llevar la cabeza tan alta como podamos, y que no se puede pisar a nadie mientras hacemos nuestro camino aunque eso haga que camines más lento. De una aprendí que ser madre es muy difícil, que los problemas se multiplican por el número de hijos que tienes y más, pero que si de verdad lo quieres, puedes conseguir lo que sea, y de la otra que la sangre no tiene nada que ver cuando se trata de querer a alguien, y que el tiempo todo lo cura, aunque sea mucho tiempo. De las dos aprendí a vivir, a crecer y a ser una persona decente, aprendí a escuchar y a hablar, aunque tardara un par de décadas.

Llegados a este punto quiero acordarme de tres amigos (los tres leen el blog) que perdieron a sus madres demasiado pronto, porque no puedo imaginarme nada peor y ellos siguieron adelante y los tres consiguieron convertirse en grandísimas personas.

Podría añadir a más mujeres que de alguna forma me han marcado, o me han enseñado algo, pero no creo que sea necesario, y entiendo que ya he explicado lo que quería contaros. Las mujeres para mí han sido ternura, comprensión, sacrificio, amor, cercanía y todo ello sin capas, sin prejuicios, no podría imaginarme mi vida sin las mujeres que os he presentado. No quiero decir que sí podría imaginármela sin los hombres que he conocido, pero los hombres somos (ahora que se reparten hostias sí que me voy a apuntar, va) más egoístas, sacrificar por otros nos cuesta mucho más y nos molesta más hablar de sentimientos o transmitirlos. Las mujeres son más receptivas, más generosas y más sensibles, se fijan más en las personas.

No sé si es por el hecho de que la mujer siente crecer a un hijo dentro y eso agudiza su capacidad de amar y de entender, o si es porque la cultura, o la religión, nos ha enseñado a lo largo de los años que las cosas tienen que ser así, que las mujeres son las que entienden a los hijos y los hombres los que beben cerveza y ven el fútbol (perdonadme que sea tan simplista), pero os he explicado lo que yo he vivido.

Cojo mi traje de hombre y me vuelvo a meter dentro, no vaya a ser que se me olvide. Y envío un beso a cada mujer que me lea, así, ¡gratuitamente!

Groucho Marx – “Las mujeres viven más que los hombres, especialmente las viudas.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

lunes, 10 de diciembre de 2012

¿Por qué?


Llevo unos días leyendo mucho. El hecho es que me sentía mal porque de más joven era un lector loco, de los que me quedaba despierto hasta que acababa el libro y después me dormía, a veces con el sol saliendo, y soñaba con lo que había leído. Pero este último año he leído poco, primero por la falta de tiempo y segundo por falta de sueños.

Ahora soy algo mayor y, aunque me siga gustando leer cuentos y novelas fantásticas donde el amor y la bondad siempre triunfan, también me he aficionado a leer artículos. No siempre tengo tiempo, pero los voy acumulando hasta que tengo un rato libre y los leo todos de golpe, aunque ya no me sorprende el sol. Muchas cosas de las que he leído últimamente, reflexiones de periodistas o escritores sobre la crisis y la forma en la que los humanos afrontamos los problemas me han hecho preguntarme el por qué de todo.

Y no es que de repente me haya vuelto fan de Mourinho ni que me haya aficionado a los monólogos filosóficos, pero el otro día leía esta noticia que cuenta que un hombre cayó al metro de NY y nadie acudió a socorrerle, aunque un periodista sí tuvo tiempo de hacerle una foto. Luego leo cosas más horribles todavía, como el tráfico sexual de niños en Marruecos, o lo que es peor, periodistas que en lugar de denunciar eso se apuntan a ello y aprovechan sus conocimientos para hacer reportajes.

Y al final de todas mis lecturas sólo puedo preguntarme por qué. ¿Por qué nadie ayuda al hombre que cae a las vías del metro? ¿Por qué ese periodista saca una foto en lugar de socorrerlo? ¿Por qué alguien traficaría con niños? ¿Por qué alguien se haría consumidor de ese negocio? Y sobre todo ¿por qué nadie hace nada? ¿Es que no es nuestro problema? No sé si es que la gente con más poder que yo no lee, o es que no se les parte el alma o lo que sea que lleven dentro al enterarse de estas cosas. No pido que se pongan su traje de látex y vayan volando a vencer a los enemigos con su ninjutsu pero por muy delicada que sea la política ¿de verdad no se puede hacer nada? 

Me entristece infinitamente y la verdad, me hace un poco de mella pensar que existe gente capaz de esas cosas, gente que no puedo entender. Reconozco que soy un radical, pero aún así puedo entender que alguien robe, que sea un político corrupto, que la gente mire para otro lado, que las personas usen el poder en su favor, que todo el mundo quiera salvarse a sí mismo, incluso puedo entender que se pague por sexo, pero ¿niños?, hay cosas que se me escapan, será que la empatía no funciona... ¿Tan lejos llega el egoísmo que a cambio de unas putas monedas somos capaces de traficar con críos o de dejar morir a un hombre para vender una maldita foto?

Ya casi he aceptado que nunca seré Batman, que las arañas radioactivas no existen y que no llegué de Kripton, pero sigo sin poder entender esas cosas y me preocupa no poder cambiarlas. La gente buena que he conocido huye, como si de Christopher McCandless (Into the Wild) se tratara, se esconde de esta sociedad egoísta, se marcha a países menos occidentales o viven su vida en secreto, frustrados y escondidos, sabiendo que “las cosas son así”. Debe de ser porque por muy brillante y fuerte que sea tu burbuja, si te quedas cerca de otra que es más oscura y más poblada, acaba por afectarte.

Todo el mundo parece coincidir en que no se pueden cambiar las cosas, que es una causa perdida, yo aún soy joven e idiota como sabéis, por lo que quiero pensar que sí, pero empiezo a creer que voy a acabar tan frustrado como todos, como la hija del hombre que cayó a la vía al explicar  que “habría sido muy bueno que alguien hubiera ayudado a mi padre, pero qué le vamos a hacer…”.

Me apasiona el ser humano, entender las conductas de las personas y sus causas, pero nunca deja de asombrarme.  No es el dinero lo que nos hace ser así, antes no existía y según cuentan las historias y los libros ya éramos así. Igual es que no somos totalmente conscientes de que vamos a morir, de lo insignificantes que somos o igual es que el dinero o el poder es más fácil de obtener que otras cosas, sólo necesitas traicionar o robar, ya hablé de eso en “Alguien en la vida”. Supongo que algo de eso debe de ser, lo malo acostumbra a ser lo más fácil, lo que hacemos por inercia y sin pensar.

No lo sé, seguiré observando al mundo, tengo más tiempo para entender más cosas ahora que los mayas han dicho que era una broma, que lo del 21 diciembre nada, pero que vaya risas nos hemos echado, eh!?

¿Cuál crees tú que es el "por qué"?

Mahatma Gandhi – No debemos perder la fe en la humanidad que es como el océano: no se ensucia porque algunas de sus gotas estén sucias.

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

sábado, 8 de diciembre de 2012

Apoteosis empática


La gente no se entiende, esto es un hecho. Habrá cientos de razones, una de ellas es porque no queremos entendernos, pero desde luego es algo cada vez más común. Pienso que el problema debe de ser que cada vez estamos más locos y eso provoca que nuestros caminos cada vez se ramifiquen y se separen más, y que igual por eso nos cuesta entendernos. Tampoco deben de ayudar muchos los prejuicios, como ya conté en "Juicios y prejuicios", es mucho más fácil empaquetar a alguien en una conducta y olvidarnos de esa persona que realmente pararnos a ver qué sucede.

A lo largo de mi corta vida yo también he aprendido muchos vicios de estos que nos enseñan en todas partes y que vemos en la televisión y, peor todavía, en nuestras casas, y creo que uno de estos vicios, igual uno de los mayores, es la empatía. Considero que es una de las grandes culpables de que las personas estemos cada vez más lejos. La gente de mi generación (no sé las anteriores ni las posteriores) seguro que deben de preguntarse si me he vuelto loco, ¡con la de horas de educación para la ciudadanía (o como leches se llamara) que dimos para aprender a ponernos en el lugar de los demás!

Todo eso no es más que bazofia psicológica con la que crecimos, mentiras que nos contaban para dormir mejor. La empatía no existe, es una ilusión que nos enseñan para creernos mejores y para descartar rápidamente a las personas. Es un bicho que nos hace creernos con el derecho de decir a los demás cómo deben vivir su vida, señalarle los errores que cometen y mirarles con aire de “yo lo haría mejor que tú” rodeados siempre de nuestra aura de sabiduría imaginaria y gilipollismo extremo.

Mirad, usando dos polos opuestos: una persona que no haya pasado hambre no puede aconsejarle a alguien marginado cómo debe vivir su vida, no puede pensar “yo en su lugar sería capaz de salir de ahí, no me drogaría, ni me vería robando”, ni mirarle con desprecio por caer en la drogadicción, simplemente no puede, el ser humano es completamente incapaz de ponerse por completo en el lugar de otro, sentir lo que la otra persona, y vivir lo que le ha llevado hasta ese punto. Pero no hace falta irse tan lejos, dos compañeros de escuela que estudien lo mismo desde niños tampoco pueden. Cada persona es distinta, sus condiciones, sus sentimientos, su sensibilidad, su entorno, pueden ser radicalmente opuestos. La empatía está siempre equivocada, incluso entre hermanos gemelos.

Los ricos gobiernan sin entender a los pobres, los pobres no dejan de asombrarse con las decisiones que se toman, y cada vez unos están más lejos de los otros, en todos los aspectos. Es evidente que no funciona.

Puede usarse para bien, para entender qué puede sentir otra persona, sabiendo que jamás lo entenderemos completamente, pero aún así ser capaces de ayudar, pero no puede usarse para dar lecciones a nadie. Yo me he encontrado personalmente a este tipo de personas, las llamaremos “oportunistas sangrientos” por usar un nombre así transgresor. Bien, pues estas personas son un tipo de personas que desaparecen cuando necesitas ayuda de cualquier tipo, se esfuman cual ninja, rata o murciélago, pero que, aunque tú no las veas, siempre te vigilan desde su oscuridad, o desde los cielos en los que creen estar, esperando el momento en que huelen sangre, tu momento de debilidad, entonces aparecen de la nada como si de un truco de magia se tratara para hacerte un juicio en el que no tendrás abogado, creyendo que lo saben todo de ti y que, por supuesto, tú eres un idiota que no sabe nada y debes seguir el camino que ellos te enseñarán.

Todos lo hacemos, o todos lo hemos hecho en algún punto de nuestras vidas, mirar a alguien y pensar “¿Pero cómo puede actuar así? ¿No ve que la está pifiando? ¿Qué está haciendo con su vida?” y otras cosas peores que cada uno podéis reflexionar. No sé si es por sentirnos superiores, o porque no sabemos hacerlo de otra forma, pero estamos tan equivocados… Toda conducta tiene su explicación, y si no la sabemos ver, es que no somos lo suficientemente inteligentes, o que no hemos querido mirar con la suficiente atención. Y a lo mejor sí, oye, a lo mejor tú en la situación de la otra persona lo harías mejor, puede ser, pero nunca lo sabremos porque no es tu situación, y honestamente, ¿a quién cojones le importa?

No niego que sea posible que exista gente triste, mala, perezosa o antipática por naturaleza, habría que preguntarle a Punset para estar seguros. Pero de lo que estoy seguro es que la mayoría de personas desarrollan esas conductas por una causa, no son así por el aire, siempre hay una razón, y nadie tiene derecho a juzgar a otra persona sin mirar antes muy dentro y ofrecer toda su ayuda, y puede que ni siquiera entonces. Además se da el caso de que las personas con más capas, como intenté explicar en “Miedo”, suelen ser las más sensibles, y su forma de evitar a los mencionados vampiros no brillantes, de protegerse, es la antipatía, la distancia, o, si se sienten menos fuertes, la tristeza extrema o la depresión, llegando a puntos que no me atrevo ni a averiguar.

Ojalá pudiéramos ver en lugar de mirar, ojalá nos fijáramos más, ojalá existiera de verdad la empatía y pudiéramos por un momento estar en la situación de la otra persona, ojalá hubiera menos chupasangres y más donantes, ojalá nadie estuviera solo nunca más, ojalá esta reflexión personal le sirva a alguien para preguntarse “¿por qué?” la próxima vez, y entonces esto que escribo habrá merecido la pena.

City of Ember – “Fíjate en lo que nadie se fija y verás cosas que los demás ignoran.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

jueves, 6 de diciembre de 2012

Alguien en la vida


Durante los últimos meses he conversado varias veces y con gente muy variada sobe el éxito, conseguir algo, ser alguien en la vida. Es algo que solía interesarme mucho y que hacía por preguntar a la gente con más experiencia que yo para tener más información y poder encontrar el camino más rápidamente.

Creo que al final no aprendí nada de cómo obtenerlo. El principal problema es que el éxito es algo subjetivo: unos ansían poder, otros el dinero, otros sexo, otros posesiones, otros amor, otros reconocimiento laboral (para algunos es leer un libro, cada uno hasta donde llegue, oye…) y para cada uno de ellos el éxito tiene un camino distinto, según el final que busquen. Uno me dijo una vez que para él el éxito era tener la planta de marihuana más grande del pueblo, y os reiréis, pero ese tipo va a ser más feliz que vosotros y que yo casi seguro. El problema es que la mayoría de éxitos de los que la gente habla parten de unos requisitos cuanto menos complicados.

Por ejemplo: el dinero. Para ser multimillonario, pongámonos en un caso extremo: dueño de una multinacional. Tienes que ser alguien sin escrúpulos al que no le importe llevar sus fábricas a China, Vietnam o Camboya donde personas con pocos recursos trabajaran 12 horas para cobrar un salario que, con muchos apuros, les ayudará a comer cada día. Otro ejemplo es la gran compañía Apple, que tanto ha mitificado al gran Steve Jobs, podéis buscar por Internet que de los cientos de euros que pagáis por uno de esos brillantes iPhone, solamente céntimos de euro van a parar al crío chino que monta las piezas, y esto no es más que un ejemplo entre infinitos. Pero a occidente ya nos va bien, tío, y cuando no nos vaya bien, ya lo cambiaremos, total, son todos iguales y hay un montón, si a uno no le interesa cogemos a otro… Aunque el día que se paren a hacernos tae kwon do, kung fu y fujitsu de ese y le zurren a Paco, el vecino de al lado que todos tenemos que lleva bambas con velcro porque no llega a atárselas, nos vamos a reír pero bien.

Otro ejemplo: poder. No soy un experto, y no me gusta estar al día de la política, intento que no se mezcle en mi vida en absoluto, pero cualquier búsqueda en Internet os enseñará lo que es capaz de hacer alguien por el simple hecho de tener poder. Y si no, os veis todas las de “Star Wars” o de “El Señor de los Anillos” que también van de poder, pero están mejor hechas que la vida real. Yo a este fenómeno del ansia de poder lo llamo “la revolución de los mediocres”, una frase que hizo reír a mi padre, que consiste en que un mediocre adquiere un cargo que puede, sin pena ni gloria, llevar a cabo mientras trabaje, pero un día se cansa de trabajar, y como sabe que no es capaz de estar a la altura, está siempre pendiente de blindarse y de que no le quiten el puesto para enriquecerse y de esa manera impide que personas más válidas puedan tener una oportunidad, por supuesto.

Sobre el sexo no comentaré demasiado, sobre todo porque me lee al menos un menor, y porque tampoco me parece agradable, pero todos vemos las noticias y, a lo largo de los últimos años sobre todo, hemos oído hablar del turismo sexual (nota para menores: con esto me refiero a las cigüeñas de París), la prostitución de inmigrantes (nota para menores: preguntadle a vuestros padres), etc. Si os interesa el tema encontraréis cientos de noticias.

Podría seguir con la lista, desglosando uno a uno todos los tipos de éxito, pero no sé lo suficiente, y hay demasiados, así que os lo dejo a vosotros. Yo solamente os diré que desde luego no quiero ninguno de los éxitos que he explicado (aunque si el poder implica la inmortalidad o un sable láser que me lo digan, eh!), y que si alguno de vosotros ansiáis alguno de ellos y a la vez queréis tener principios y valores, lo vais a tener muy complicado porque jugaréis siempre con un hándicap negativo: mientras vuestra fábrica pagará impuestos y salarios en Madrid o Barcelona, vuestro competidor la tendrá en Taiwán, con un gasto de un 1% de la vuestra, saldrá en la tele a diario, le darán premios al mejor empresario de la década y cuando muera, países enteros llorarán su muerte y os cuestionaréis cuánto valen vuestros principios dorados y si ya sois muy mayores para ir en caballo blanco metafórico o preferís ir en Lamborghini Diablo, que el nombre ya da pistas.

Los que hayáis leído Desvaríos Noctámbulos #1 ya lo sabréis, pero mi opinión es que el dinero no compra casi nada, y además que el poder no significa respeto y que, por suerte, no se mide a las personas por sus ligues, sus coches o sus casas.

¿Se puede tener éxito y principios? Yo creo que todo depende del éxito que busques, por lo que he vivido yo creo que lo que la mayoría de la sociedad considera éxito, es, siempre en mi opinión, un 99% imposible de conseguir si sales de una familia modesta, de las que antes se llamaban obreras, luego nuevos ricos, y ahora los pobres de siempre. Eso sí, estoy convencido de que se puede mantener un equilibrio, que en lugar de tener un Lamborghini puedes tener un Seat o un Ford sin necesidad de explotar a ningún niño chino, que puedes ser un activista social o político que se gana la vida ayudando a su pueblo, y eso le da para vivir, pero pienso que nunca serás presidente del gobierno.

Para mí el éxito es ser útil, que mi vida sirva para algo, que el día que me muera alguien diga que sin mí el mundo hubiera sido un poquito peor, sólo un poquito. Para mí el éxito es amar completamente, querer a tu familia y a tus amigos, aprender cosas nuevas siempre, crecer como persona, ayudar a todo el que pueda, ser Batman, tener mi propio batmóvil… Me siento afortunado, de momento, porque para casi ninguna de esas cosas necesito la ayuda, la promoción o el apadrinamiento de gente podrida, y espero que sea así siempre.

¿Qué es el éxito para vosotros?

Albert Einstein – “Procure no ser un hombre con éxito, sino un hombre con valores.”
Winston Churchill –  “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

martes, 4 de diciembre de 2012

Relato corto: Fin


Voy montado en un coche, alguien conduce y no sé si voy con más gente, voy sentado en la parte de atrás y miro por la ventanilla, está atardeciendo y el cielo es de color ocre. Veo un pueblo, son casas grandes y modernas, cuadradas, parece acogedor aunque no veo ningún comercio, sólo casas. El coche se detiene al lado de una de ellas, es parecida a las demás pero con un toque entre granate y marrón oscuro, no creo haber estado nunca en ese sitio, pero me gusta. No estoy nervioso pese a no saber a dónde voy.

Entro en la casa y me encuentro a una pareja, juraría que no los conozco pero la mujer viene corriendo a abrazarme, me dice que me ha echado un montón de menos. Siento que todo es natural, que es un lugar distinto de todos los que he visto antes, no hay prejuicios, ni mentiras, ni egos, sólo verdad. Noto que me quiere, me siento querido y una sensación de familiaridad se apodera de mí. Creo que yo también la quiero y me pregunto si es por el simple hecho de que me hace sentir bien o por algún recuerdo olvidado. Me hace preguntas de las que no sé la respuesta, pero intento responder como si la supiera para que no se sienta decepcionada. Hablamos mucho rato y empiezo a estar incómodo, me da la impresión de que algo no encaja.

Me pregunta cosas sobre una vida, la que dice que fue la mía pero que no logro recordar, intenta que piense en situaciones que no creo haber vivido y me doy cuenta de que lo que no está bien en todo ello soy yo. Siento que está mal seguir hablando de cosas que desconozco, o que no recuerdo, así que le explico que se equivoca de persona, que hay algo que me resulta familiar en ella pero que no puedo recordar ninguna de las cosas que me dice que vivimos. Sonríe y me dice que no pasa nada, que si recuerdo las sensaciones y los sentimientos es suficiente, que lo demás son sólo adornos. Me paro a fijarme más en ella, siento que la conozco desde siempre, que la quiero por alguna razón especial, como si un hilo uniera nuestros corazones y pese a que hubiéramos estado separados mucho tiempo todavía nos entendiéramos. Recuerdo sensaciones olvidadas pero muy lejanas, como si hiciera cien años o más, como si hubiera pasado más de una vida y por eso lo hubiera olvidado. Me fijo en el hombre y veo que está incómodo, receloso, pienso que a él seguro que no le había visto nunca, sólo está ahí. Intento tranquilizarle diciéndole que mi intención no era molestar, que no daré problemas. Creo que está resignado, como si supiera que algún día pasaría, como si me hubiera estado esperando temeroso mucho tiempo.

La mujer y yo nos sentamos juntos en la cama, el hombre desaparece por algún lugar. Ella sigue contándome historias, parece feliz de estar conmigo, y yo me siento mejor que nunca, definitivamente la quiero de una forma especial. Me cuenta qué ha sido de nuestros amigos, gente a la que no reconozco aunque sus historias siguen pareciéndome cercanas.

Pasa el tiempo, me parece que han pasado días, me acerco a la ventana y me doy cuenta de que el sol no está en el cielo, pero que la luz sigue siendo la misma que cuando llegué. Me asusto al pensar que todo va a tener que terminar, no sé dónde estoy ni dónde voy a ir cuando me vaya de aquí, una sensación de soledad me invade y ella se da cuenta. Viene a tranquilizarme y me explica que no tengo que preocuparme por esas cosas, que sea feliz y, como si de una orden se tratara, todo el miedo desaparece.

A estas alturas ya me he dado cuenta de que algo ha pasado, me siento con energía y fuerte, y antes de llegar aquí estaba muy débil, cáncer terminal de pulmón según el médico, broma mala, según la vida. Yo nunca había probado un cigarrillo, pero la vida tiene sus ironías, sus planes, incluso me parecía gracioso.

Me giro hacia la mujer y le pregunto si estoy muerto, y sobre el lugar donde estamos. Me responde que no he muerto, si no todo lo contrario, y que estamos donde yo he querido, donde yo he decidido estar después de todo...

Como si de un buen escritor se tratara, dedico este relato a todas las personas a las que les ha hecho sentir algo, también es vuestro.

Y sobretodo a un amigo para el que diciembre también es un mes de mierda.

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

sábado, 1 de diciembre de 2012

La vida continúa


Hoy es sábado y voy a aprovechar que se ha acabado noviembre para contaros un poco cómo va esto del blog, también os contaré un par de curiosidades y las entradas más leídas, aunque el panel de control del blog va un poco mal y a veces se lía con los números, así que será así a ojo.

Primero lo importante, las sensaciones. Estoy contento porque me leéis mucha gente, infinitamente más de la que podía imaginar al principio, pero sobretodo porque me enviáis mensajes diciéndome lo que os parece, compartís conmigo las cosas que os preocupan, o algunos incluso los miedos que tenéis. En estos días he recibido los mensajes más bonitos de toda mi vida, algunos de ellos muy importantes y que no hacen más que darme más ganas de seguir con lo mío, sea lo que sea. Sois como una segunda mini familia (algunos formáis parte de las dos) que me acompaña en mis andaduras y me ayuda muchísimo a descubrir el mundo.

Me hizo súper feliz la gente que quiso matarme por dejar a medias “Hoy ha sido un gran día”, es algo súper bonito que la gente te lea porque les gusta lo que escribes, no puedo describirlo.

Lo que más me llena es que me digáis que algo de lo que he escrito os ha ayudado a daros cuenta de algo, que os ha hecho sentir bien o que os habéis reído, yo qué sé, esas cosas dan sentido a esto. A veces me preguntáis cosas por privado que me asustan un poco, yo no sé más que nadie, sólo os cuento lo que me parecen a mí las cosas sobre las que escribo. Siempre os daré mi opinión, pero nadie tiene siempre la razón, y a mí siempre se me ha dado súper bien meter la pata.

A estas alturas ya os habréis dado cuenta de que mis estudios de lengua nivel E.S.O. no dan para mucho y a veces eso me cuesta redactar las entradas 100 veces porque no encuentro las palabras que busco, o porque me queda todo demasiado desordenado. Prometo que lo hago lo mejor que puedo.

En cualquier caso creo que estoy cumpliendo mis objetivos, los que os conté en el primer post (que es el menos leído, curiosamente). No sé qué me daba más vergüenza, que me leyeran personas que me conocían, o personas que no sabían nada de mí, pero las dos han valido para ayudarme a perder el miedo ese del principio.

¡Más cosas! Dije que escribía esto porque pensaba que iba a ser una época importante de mi vida y quería que quedara escrita, y parece que tenía razón. Vienen cambios (era de esperar) y los seguiré contando aquí para compartirlos con todos los que queráis leerlos.

He de decir que cada vez lee las entradas más gente, es decir, las más nuevas siempre tienen más visitas que las anteriores, por lo tanto las más leídas de momento son “Hoy ha sido un gran día” y “Ayer fue un gran día”, pero  “Juicios y prejuicios” marcó bastante la diferencia en comparación a las anteriores en lo que a número de lectores se refiere.

Como curiosidad os diré que en general creo que me leen más mujeres que hombres, que me llegan más saludos y comentarios de mujeres, pero que las charlas más largas, y creo que más trascendentales, las he tenido, por normal general, con hombres. Y que las personas que no me conocían antes del blog y que ahora me leen, son todas mujeres. Pronto os contaré mis conclusiones sobre todo esto.

Por cierto, ayer me aconsejó una chica (aquí tenéis su blog) que pusiera esto que podéis seguirme el blog, y ahí está. Si queréis le dáis al botón ese de "Participar en este sitio", que no sé para qué sirve, pero salís ahí en la lista de gente que me lee.

Hoy la cita es un fragmento de un mensaje de los que me han llegado de una persona vital para mí. ¡Feliz fin de semana!

... - No se puede cambiar el mundo, por supuesto que no, ¡y menos con tanto hijo de p*** suelto! Pero sí que puedes cambiar las vidas de otros/as y la tuya, o lo que es lo mismo, TU MUNDO y SU MUNDO.

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

viernes, 30 de noviembre de 2012

Ayer fue un gran día


ADVERTENCIA: Esta entrada no tiene ningún sentido sin Hoy ha sido un gran día, la entrada de ayer, si no lo has leído todavía, deberías hacerlo antes de continuar.

A todos los que me habéis amenazado de muerte por dejar la historia a medias ayer: Gracias, yo también os quiero un montón.


… nadie contesta. Me pregunto si la cartera se habrá confundido o si es que no hay nadie, ya sabía que podía pasar. Decido buscar algún sitio para sentarme, ya estoy mayor y los dos últimos días que he pasado en la cama por culpa del primer frío del invierno sumados al paseo que llevo ya de casi dos horas me empieza a pasar factura, necesito descansar un poco. Me siento en un banco en una calle muy ancha, me da la impresión de que estoy casi al borde del barrio, a un lado luz y anchuras, al otro; oscuridad y estrecheces. Escribo en mi pequeña libreta las cosas que no quiero que se me olviden, tengo aprendida la lección de no confiar en mi olvidadiza memoria. Escribo palabras sueltas, sensaciones que luego harán que no se me olvide nada. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que no tengo ni idea de dónde estoy, haciendo gala de mi gran sentido de la orientación, que es casi tan bueno como mi memoria, estoy más perdido que el carro de Manolo Escobar.

Me doy cuenta por primera vez de que estoy nervioso, cuando se me ocurrió la idea no parecía una locura tan grande como lo parece ahora, me he presentado en casa de alguien que ni siquiera sabe que existo, ¿qué se supone que le voy a decir? Me tranquiliza pensar que he venido con el corazón en la mano y que, si mi instinto no va totalmente equivocado, ella lo verá. Observo a la gente que pasa, docenas de personas, muy pocos jóvenes, alguien igual se pregunta qué hace alguien como yo ahí sentado. Me rio de mí mismo, y pienso “si no arriesgas por lo que quieres, no lo harás por nada”, creo que disfruto con el riesgo y no tengo miedo, me he ido tranquilizando. Pienso en preguntar a la gente sobre la situación del barrio, pero entiendo que no tengo el derecho, no soy periodista, por lo que sería sólo para saberlo yo, y no creo que merezca la pena molestar a nadie para eso.

Después de mi descanso me levanto y decido volver a la casa, ha pasado un rato y espero tener más suerte esta vez, ni siquiera pienso en la posibilidad de irme con las manos vacías, aunque ya las llevo bastante llenas. Veo decenas de tiendas, casi todas vacías y con carteles en idiomas que desconozco, mujeres con velos, hombres muy, muy mayores, portales con muchísima más historia que yo… Entiendo que pueda asustar a la gente, que cualquiera no podría pasear por allí sin sentirse incómodo, pero a mí no me afecta, aunque no sé la razón.

Llego otra vez al portal, pero esta vez pico a la puerta de al lado por la que acabado de ver entrar a alguien, al parecer el timbre no funciona pero aparece un hombre que hace ademán de entrar, mirándome un poco raro. Le pregunto por la persona que busco y me dice que sí, que es ahí, y le pregunta a su mujer por el piso exacto. Le doy las gracias y ambos se pierden en el piso, llamo de nuevo al mismo piso que la otra vez, pero esta vez responde alguien.

“¿Sí?”. Le explico que busco a Victòria y me confirma que es ella, le pido un poco de su tiempo y me lo ofrece, me hace subir las escaleras y entrar a su casa sin dudarlo. Me mira extrañada, y me pide disculpas por no reconocerme antes de que pueda explicarle que no nos habíamos visto jamás. Nos sentamos en una salita y no estoy nada nervioso, le explico quién soy y por qué he ido a visitarla, se sorprende y se ríe conmigo de mi aventura en el Raval. Acabo de llegar y ya se ofrece a prestarme dos novelas escritas por ella basadas en historias reales, me cuenta que la editorial ha quebrado, “Estos tiempos son así…”, así que no podría comprarlos aunque quisiera. La conversación pasa por muchos temas, le resumo algunos momentos de mi vida y ella me hace algunas preguntas y me cuenta experiencias, igual que si nos conociéramos de toda la vida. Es la bondad hecha mujer, no veo ni una muestra de recelo o de prejuicios en ella, comparte conmigo momentos importantes que ha vivido sin conocerme de nada, me explica trozos de su vida y le hago docenas de preguntas que tenía guardadas desde hace días, me las responde todas sin pensarlo, y eso que le he dejado claro que no soy nadie, ni escritor, ni periodista, ni nada. Me dice que ha sido una gran casualidad, porque nunca suele estar en casa a esas horas y nos reímos porque le digo que eso tiene que ser una señal de Dios, pero le explico que no soy creyente. Me dice algo que me marca cuando le pregunto si cree que se puede cambiar el mundo, se ríe y me dice “¡Claro que no! Pero podemos cambiar las vidas que tocamos.” Me explica la historia de una chica a la que persiguió por clubs nocturnos noche tras noche y a la que ayudó a dejar aquel mundo atrás, se la ve muy feliz mientras me cuenta que ahora esa chica tiene pareja y una niña preciosa.

Llegamos a un par de acuerdos, que os contaré más adelante, y acordamos mantenernos en contacto, me da su correo electrónico y me pide que le envíe un email enseguida para tener el mío. Al llegar le di la mano y al despedirnos nos damos dos besos, ya en la entrada me enseña los regalos de una de las personas a las que ha ayudado y nos decimos hasta luego con la promesa de volver a vernos y de estar en contacto.

Estoy agotado, pese a ello espero haberle causado una buena impresión. Me oriento y me la juego, cojo la calle ancha donde he estado antes y decido caminar hacia arriba, esperando ir en la dirección correcta. Me pongo en su situación y me doy cuenta de que debe de sentirse muy realizada, tantas entrevistas, tantos años intentando cambiar el mundo y creo haberle transmitido la idea de que ha sido gracias a ella que yo también quiero ayudar. Menudo día… pero me siento bien.

Me vuelvo a casa, aquí sopla mucho viento, parece que poco a poco se lleva viejos errores y trae nuevos aires. Por si el día no ha sido suficiente, hoy mi madre va a leer el blog por primera vez, y creo que eso me da más miedo que el Raval y mis locuras.

Oscar Wilde –  “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida de concentra en un solo instante.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

jueves, 29 de noviembre de 2012

Hoy ha sido un gran día

Hoy no tengo reflexiones, ni experimentos ni leches, hoy voy a contaros lo que me ha pasado, que no es poco y creo que es algo bonito y curioso que compartir.

Para contaros dónde iba hoy tengo que remontarme un mes atrás, más o menos, navegando por el Interné acabé en la web de “El Convidat”, un programa de TV3, para los catalanoparlantes os dejo el enlace al final. Vi un capítulo que me impactó, el capítulo de Maria Victòria Molins, una monja que vive en el Raval y que dedica su vida a ayudar a los más desfavorecidos además de haber escrito varios libros, entre ellos “Alexia: Experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente”, que inspiró la película “Camino” de Javier Fesser.

Pero lo que más me sorprendió fue su capacidad de sacrificio, de entregar su vida a cambio de nada, de vivir tanto dolor ajeno, soportarlo y ser capaz de ayudar a gente a la que ya no le queda nada, ni nadie. Os recomiendo que veáis el capítulo que os pongo abajo, o que indaguéis sobre ella, una vida que no debe pasar inadvertida.

Bueno, pues el caso es que aquel día me dije a mí mismo que yo tenía que conocerla de cerca, y prestarle mi ayuda en lo que pudiera. No sabía donde vivía, ni su teléfono ni nada, pero me dije que iría al Raval, y que preguntando se llega a Roma. Y el día era hoy, me he levantado y me he plantado allí a preguntar por ella.

Pero antes, en la estación de tren (y eso que llevaba MUCHOS meses sin cogerlo), me he encontrado con otra mujer especialísima. Nada más verme ha venido a darme un abrazo, como pedí en el experimento de ayer, y hemos hablado largo y tendido sobre nuestras inquietudes, me ha contado cosas preciosas sobre su vida, sobre su forma de pensar, y yo no puedo más que darle las gracias a este trozo de papel virtual por haberme regalado tantísimo en tan poco tiempo.

Nos hemos sentado los dos en el tren para ir a la ciudad y hemos ido a parar a un asiento en el que ya había un hombre, algo mayor y un poco despeinado, pero con el aire de tranquilidad que tiene la gente mayor, ese que hace que te acerques sabiendo que no va a tener prejuicios ni rencillas. Nosotros seguíamos charlando de lo nuestro y en la siguiente estación ha subido otra amiga y se ha añadido a la conversación. Me he dado cuenta de cómo de útil me ha sido este blog ya que les he contado a ambas mi vida en verso (espero que me perdonen), algo impensable tiempo atrás, en el ratico que dura el trayecto del tren y además, supongo que porque veía que no me callaba ni debajo del agua, el hombre ha ido cogiendo confianza y se nos ha añadido, nos ha contado su vida, y sus experiencias.

Nos ha contado cómo perdió a su mujer hace 21 años y tuvo que criar a sus dos hijos él solo y el precio que tuvo que pagar por ello, lo que tuvo que sacrificar para poder seguir adelante y lo bien que lleva la vida solo, aunque en sus ojos se podía leer un poco de resignación, de que a veces los días se le hacen algo largos. Al hablar de la pérdida de su mujer ha dicho “Dios se la llevó” y he tenido que preguntarle por ello, a lo cual me ha confirmado que sí, que él es creyente aunque tiene claro que no sabe lo que habrá más allá. Mis compañeras estaban algo ausentes hablando de sus cosas, pero mi amiga se ha fijado en mi interés y me ha preguntado, a lo que no he tenido reparo en contarle que me había planteado algunas cosas en momentos duros, por lo que me interesa la forma en la que los demás lo llevan. Hemos seguido hablando de esto y de lo otro, arreglando el mundo y, en mi caso, aprendiendo de quien tiene cosas que explicar. Casi sin darnos cuenta hemos llegado al centro de Barcelona. Nos hemos bajado todos menos el hombre, le he agradecido que compartiera su experiencia y su vida conmigo, y nos hemos despedido para, quién sabe, no volver a vernos nunca más.

Al salir de las entrañas de la plaza nos esperaba una tercera amiga, y al final he acabado despidiéndome con tres abrazos gratis de tres mujeres y una foto, para que después digan que escribir un blog no te da beneficios.

He seguido mi camino, un tanto incierto, hacia la Rambla, donde tenía que perderme hacia el Raval, iba pensando en que las mujeres del tren debían de pensar que estoy loco por ir a ver a una mujer que no sé donde vive, y que ni siquiera me espera, y lo peor de todo es que seguramente tenían razón. Me ha hecho reír mientras esperaba que el semáforo de peatones se pusiera en verde, la verdad es que me lo estaba pasando bien, estaba feliz.

He bajado media Rambla y, benditos funcionarios, un barrendero me ha indicado hacia donde debía girar para entrar al Raval. Entonces ha empezado una búsqueda casi infinita, preguntando en todas partes, y a toda la gente, siguiendo rumbos equivocados y preguntando a gente que desconocía por completo aquel nombre, visitando sitios tan simbólicos como una panadería llamada “Els Àngels” (“Los Ángeles”, donde por cierto he aprovechado para desayunar), o preguntando a un par de mujeres ya mayores que me han dicho que ellas no sabían de eso, pero que en el ultramarinos de al lado conocían a todo el barrio.

La búsqueda me ha llevado a un portal de unos 4 metros de altura, imponente, donde rezaba un cartel que describía que allí vivían monjas, pero que al picar al timbre no ha contestado ni Dios, perdonadme el humor negro. Al final dos mujeres muy amables y un chico joven (los del ultramarinos) me han dicho que buscaba en el sitio equivocado, que tenía que bajar más, hacia el barrio chino (a chino me sonaba a mí, que no había estado allí nunca) y para allá me he encaminado. Cuanto más bajaba, más reconocía el Raval que me contaba Zafón en sus novelas, oscuro y descuidado, olvidado. En algunos balcones se leían mensajes como “El Raval no aguanta más” o “Que la crisis la paguen ellos”. Veo una ambulancia, y una camilla en mitad de la calle estrecha, no me va el morbo así que desaparezco por la esquina. Me doy más cuenta todavía de que he dejado mi vergüenza en algún punto en el camino, porque noto que ahora pesa menos, aunque aún así me da reparo molestar a la gente para preguntarles.

Paseo largo rato por ese barrio en el que me parece haber estado, pregunto a más gente, pero pocos hablan mi idioma, mi piel heredada del sol de Andalucía es de las más claras que se ven. Veo a una cartera, le pregunto por la dirección y me mira raro, supongo que juzga si soy un psicópata que quiere secuestrar a alguien o que voy de buena fe, supongo que mi sonrisa de tipo simpático la convence de que es la segunda, así que me dice la que cree que es la dirección que busco un poco a regañadientes y desaparece antes de que pueda darle las gracias. Estoy muy cerca, la casualidad ha hecho que apenas me separe una calle, me acerco a la casa y pico al timbre…

Mañana el desenlace, es que así me pagan el doble, y tengo otras cosas más importantes que escribir hoy, ¡ya os contaré! Perdonad las faltas ortográficas o de comprensión de hoy, pero si a que soy medio inculto le añadís que tengo prisa y que estoy agotado... sé que me entenderéis.

Winston Churchill –  “Las actitudes son más importantes que las aptitudes.”
(Al parecer me patrocina Churchill).

Capítulo "El Convidat" de TV3": http://blogs.tv3.cat/elconvidat.php?itemid=48022

Os dejo una foto de mi gata, porque me ha hecho compañía al levantarme y mientras desayunaba por el módico precio de una loncha de jamón. http://i.imgur.com/FHoTs.jpg

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!