Voy montado en un coche, alguien conduce y no sé si voy con más gente, voy
sentado en la parte de atrás y miro por la ventanilla, está atardeciendo y el
cielo es de color ocre. Veo un pueblo, son casas grandes y modernas, cuadradas,
parece acogedor aunque no veo ningún comercio, sólo casas. El coche se detiene
al lado de una de ellas, es parecida a las demás pero con un toque entre
granate y marrón oscuro, no creo haber estado nunca en ese sitio, pero me
gusta. No estoy nervioso pese a no saber a dónde voy.
Entro en la casa y me encuentro a una pareja, juraría que no los conozco
pero la mujer viene corriendo a abrazarme, me dice que me ha echado un montón
de menos. Siento que todo es natural, que es un lugar distinto de todos los que
he visto antes, no hay prejuicios, ni mentiras, ni egos, sólo verdad. Noto que
me quiere, me siento querido y una sensación de familiaridad se apodera de mí. Creo
que yo también la quiero y me pregunto si es por el simple hecho de que me hace
sentir bien o por algún recuerdo olvidado. Me hace preguntas de las que no sé
la respuesta, pero intento responder como si la supiera para que no se sienta
decepcionada. Hablamos mucho rato y empiezo a estar incómodo, me da la
impresión de que algo no encaja.
Me pregunta cosas sobre una vida, la que dice que fue la mía pero que no
logro recordar, intenta que piense en situaciones que no creo haber vivido y me
doy cuenta de que lo que no está bien en todo ello soy yo. Siento que está mal
seguir hablando de cosas que desconozco, o que no recuerdo, así que le explico
que se equivoca de persona, que hay algo que me resulta familiar en ella pero
que no puedo recordar ninguna de las cosas que me dice que vivimos. Sonríe y me
dice que no pasa nada, que si recuerdo las sensaciones y los sentimientos es
suficiente, que lo demás son sólo adornos. Me paro a fijarme más en ella,
siento que la conozco desde siempre, que la quiero por alguna razón especial,
como si un hilo uniera nuestros corazones y pese a que hubiéramos estado separados
mucho tiempo todavía nos entendiéramos. Recuerdo sensaciones olvidadas pero muy
lejanas, como si hiciera cien años o más, como si hubiera pasado más de una
vida y por eso lo hubiera olvidado. Me fijo en el hombre y veo que está
incómodo, receloso, pienso que a él seguro que no le había visto nunca, sólo
está ahí. Intento tranquilizarle diciéndole que mi intención no era molestar,
que no daré problemas. Creo que está resignado, como si supiera que algún día
pasaría, como si me hubiera estado esperando temeroso mucho tiempo.
La mujer y yo nos sentamos juntos en la cama, el hombre desaparece por
algún lugar. Ella sigue contándome historias, parece feliz de estar conmigo, y
yo me siento mejor que nunca, definitivamente la quiero de una forma especial.
Me cuenta qué ha sido de nuestros amigos, gente a la que no reconozco aunque sus
historias siguen pareciéndome cercanas.
Pasa el tiempo, me parece que han pasado días, me acerco a la ventana y me
doy cuenta de que el sol no está en el cielo, pero que la luz sigue siendo la
misma que cuando llegué. Me asusto al pensar que todo va a tener que terminar,
no sé dónde estoy ni dónde voy a ir cuando me vaya de aquí, una sensación de
soledad me invade y ella se da cuenta. Viene a tranquilizarme y me explica que
no tengo que preocuparme por esas cosas, que sea feliz y, como si de una orden
se tratara, todo el miedo desaparece.
A estas alturas ya me he dado cuenta de que algo ha pasado, me siento con
energía y fuerte, y antes de llegar aquí estaba muy débil, cáncer terminal de
pulmón según el médico, broma mala, según la vida. Yo nunca había probado un
cigarrillo, pero la vida tiene sus ironías, sus planes, incluso me parecía
gracioso.
Me giro hacia la mujer y le pregunto si estoy muerto, y sobre el lugar
donde estamos. Me responde que no he muerto, si no todo lo contrario, y que
estamos donde yo he querido, donde yo he decidido estar después de todo...
Como si de un buen escritor se tratara, dedico este relato a todas las personas a las que les ha hecho sentir algo, también es vuestro.
Y sobretodo a un amigo para el que diciembre también es un mes de mierda.
¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!
-.-
ResponderEliminarDespués de leerte solo puedo ofrecerte un segundo abrazo cuando volvamos a vernos!!
Ánimo, amigo!
¡Es sólo un relato! ¡Pero aceptaré tu segundo abrazo con gusto!
Eliminargracias , te quiero =)
ResponderEliminarPasaba por aqui..... :) oins por tu culpa me he puesto tierna! Siempre que se te lee, se siente algo diferente; es como mágico ^^
ResponderEliminarKiss. Bruja.
Carlossssssssssssss, un abrazo desde mi corazón !!!te quiero , muchos animos, recuerda cada dia puede ser un gran dia !!
ResponderEliminar