martes, 4 de diciembre de 2012

Relato corto: Fin


Voy montado en un coche, alguien conduce y no sé si voy con más gente, voy sentado en la parte de atrás y miro por la ventanilla, está atardeciendo y el cielo es de color ocre. Veo un pueblo, son casas grandes y modernas, cuadradas, parece acogedor aunque no veo ningún comercio, sólo casas. El coche se detiene al lado de una de ellas, es parecida a las demás pero con un toque entre granate y marrón oscuro, no creo haber estado nunca en ese sitio, pero me gusta. No estoy nervioso pese a no saber a dónde voy.

Entro en la casa y me encuentro a una pareja, juraría que no los conozco pero la mujer viene corriendo a abrazarme, me dice que me ha echado un montón de menos. Siento que todo es natural, que es un lugar distinto de todos los que he visto antes, no hay prejuicios, ni mentiras, ni egos, sólo verdad. Noto que me quiere, me siento querido y una sensación de familiaridad se apodera de mí. Creo que yo también la quiero y me pregunto si es por el simple hecho de que me hace sentir bien o por algún recuerdo olvidado. Me hace preguntas de las que no sé la respuesta, pero intento responder como si la supiera para que no se sienta decepcionada. Hablamos mucho rato y empiezo a estar incómodo, me da la impresión de que algo no encaja.

Me pregunta cosas sobre una vida, la que dice que fue la mía pero que no logro recordar, intenta que piense en situaciones que no creo haber vivido y me doy cuenta de que lo que no está bien en todo ello soy yo. Siento que está mal seguir hablando de cosas que desconozco, o que no recuerdo, así que le explico que se equivoca de persona, que hay algo que me resulta familiar en ella pero que no puedo recordar ninguna de las cosas que me dice que vivimos. Sonríe y me dice que no pasa nada, que si recuerdo las sensaciones y los sentimientos es suficiente, que lo demás son sólo adornos. Me paro a fijarme más en ella, siento que la conozco desde siempre, que la quiero por alguna razón especial, como si un hilo uniera nuestros corazones y pese a que hubiéramos estado separados mucho tiempo todavía nos entendiéramos. Recuerdo sensaciones olvidadas pero muy lejanas, como si hiciera cien años o más, como si hubiera pasado más de una vida y por eso lo hubiera olvidado. Me fijo en el hombre y veo que está incómodo, receloso, pienso que a él seguro que no le había visto nunca, sólo está ahí. Intento tranquilizarle diciéndole que mi intención no era molestar, que no daré problemas. Creo que está resignado, como si supiera que algún día pasaría, como si me hubiera estado esperando temeroso mucho tiempo.

La mujer y yo nos sentamos juntos en la cama, el hombre desaparece por algún lugar. Ella sigue contándome historias, parece feliz de estar conmigo, y yo me siento mejor que nunca, definitivamente la quiero de una forma especial. Me cuenta qué ha sido de nuestros amigos, gente a la que no reconozco aunque sus historias siguen pareciéndome cercanas.

Pasa el tiempo, me parece que han pasado días, me acerco a la ventana y me doy cuenta de que el sol no está en el cielo, pero que la luz sigue siendo la misma que cuando llegué. Me asusto al pensar que todo va a tener que terminar, no sé dónde estoy ni dónde voy a ir cuando me vaya de aquí, una sensación de soledad me invade y ella se da cuenta. Viene a tranquilizarme y me explica que no tengo que preocuparme por esas cosas, que sea feliz y, como si de una orden se tratara, todo el miedo desaparece.

A estas alturas ya me he dado cuenta de que algo ha pasado, me siento con energía y fuerte, y antes de llegar aquí estaba muy débil, cáncer terminal de pulmón según el médico, broma mala, según la vida. Yo nunca había probado un cigarrillo, pero la vida tiene sus ironías, sus planes, incluso me parecía gracioso.

Me giro hacia la mujer y le pregunto si estoy muerto, y sobre el lugar donde estamos. Me responde que no he muerto, si no todo lo contrario, y que estamos donde yo he querido, donde yo he decidido estar después de todo...

Como si de un buen escritor se tratara, dedico este relato a todas las personas a las que les ha hecho sentir algo, también es vuestro.

Y sobretodo a un amigo para el que diciembre también es un mes de mierda.

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

5 comentarios:

  1. -.-
    Después de leerte solo puedo ofrecerte un segundo abrazo cuando volvamos a vernos!!

    Ánimo, amigo!

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    Respuestas
    1. ¡Es sólo un relato! ¡Pero aceptaré tu segundo abrazo con gusto!

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  2. Pasaba por aqui..... :) oins por tu culpa me he puesto tierna! Siempre que se te lee, se siente algo diferente; es como mágico ^^

    Kiss. Bruja.

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  3. Carlossssssssssssss, un abrazo desde mi corazón !!!te quiero , muchos animos, recuerda cada dia puede ser un gran dia !!

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