viernes, 30 de noviembre de 2012

Ayer fue un gran día


ADVERTENCIA: Esta entrada no tiene ningún sentido sin Hoy ha sido un gran día, la entrada de ayer, si no lo has leído todavía, deberías hacerlo antes de continuar.

A todos los que me habéis amenazado de muerte por dejar la historia a medias ayer: Gracias, yo también os quiero un montón.


… nadie contesta. Me pregunto si la cartera se habrá confundido o si es que no hay nadie, ya sabía que podía pasar. Decido buscar algún sitio para sentarme, ya estoy mayor y los dos últimos días que he pasado en la cama por culpa del primer frío del invierno sumados al paseo que llevo ya de casi dos horas me empieza a pasar factura, necesito descansar un poco. Me siento en un banco en una calle muy ancha, me da la impresión de que estoy casi al borde del barrio, a un lado luz y anchuras, al otro; oscuridad y estrecheces. Escribo en mi pequeña libreta las cosas que no quiero que se me olviden, tengo aprendida la lección de no confiar en mi olvidadiza memoria. Escribo palabras sueltas, sensaciones que luego harán que no se me olvide nada. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que no tengo ni idea de dónde estoy, haciendo gala de mi gran sentido de la orientación, que es casi tan bueno como mi memoria, estoy más perdido que el carro de Manolo Escobar.

Me doy cuenta por primera vez de que estoy nervioso, cuando se me ocurrió la idea no parecía una locura tan grande como lo parece ahora, me he presentado en casa de alguien que ni siquiera sabe que existo, ¿qué se supone que le voy a decir? Me tranquiliza pensar que he venido con el corazón en la mano y que, si mi instinto no va totalmente equivocado, ella lo verá. Observo a la gente que pasa, docenas de personas, muy pocos jóvenes, alguien igual se pregunta qué hace alguien como yo ahí sentado. Me rio de mí mismo, y pienso “si no arriesgas por lo que quieres, no lo harás por nada”, creo que disfruto con el riesgo y no tengo miedo, me he ido tranquilizando. Pienso en preguntar a la gente sobre la situación del barrio, pero entiendo que no tengo el derecho, no soy periodista, por lo que sería sólo para saberlo yo, y no creo que merezca la pena molestar a nadie para eso.

Después de mi descanso me levanto y decido volver a la casa, ha pasado un rato y espero tener más suerte esta vez, ni siquiera pienso en la posibilidad de irme con las manos vacías, aunque ya las llevo bastante llenas. Veo decenas de tiendas, casi todas vacías y con carteles en idiomas que desconozco, mujeres con velos, hombres muy, muy mayores, portales con muchísima más historia que yo… Entiendo que pueda asustar a la gente, que cualquiera no podría pasear por allí sin sentirse incómodo, pero a mí no me afecta, aunque no sé la razón.

Llego otra vez al portal, pero esta vez pico a la puerta de al lado por la que acabado de ver entrar a alguien, al parecer el timbre no funciona pero aparece un hombre que hace ademán de entrar, mirándome un poco raro. Le pregunto por la persona que busco y me dice que sí, que es ahí, y le pregunta a su mujer por el piso exacto. Le doy las gracias y ambos se pierden en el piso, llamo de nuevo al mismo piso que la otra vez, pero esta vez responde alguien.

“¿Sí?”. Le explico que busco a Victòria y me confirma que es ella, le pido un poco de su tiempo y me lo ofrece, me hace subir las escaleras y entrar a su casa sin dudarlo. Me mira extrañada, y me pide disculpas por no reconocerme antes de que pueda explicarle que no nos habíamos visto jamás. Nos sentamos en una salita y no estoy nada nervioso, le explico quién soy y por qué he ido a visitarla, se sorprende y se ríe conmigo de mi aventura en el Raval. Acabo de llegar y ya se ofrece a prestarme dos novelas escritas por ella basadas en historias reales, me cuenta que la editorial ha quebrado, “Estos tiempos son así…”, así que no podría comprarlos aunque quisiera. La conversación pasa por muchos temas, le resumo algunos momentos de mi vida y ella me hace algunas preguntas y me cuenta experiencias, igual que si nos conociéramos de toda la vida. Es la bondad hecha mujer, no veo ni una muestra de recelo o de prejuicios en ella, comparte conmigo momentos importantes que ha vivido sin conocerme de nada, me explica trozos de su vida y le hago docenas de preguntas que tenía guardadas desde hace días, me las responde todas sin pensarlo, y eso que le he dejado claro que no soy nadie, ni escritor, ni periodista, ni nada. Me dice que ha sido una gran casualidad, porque nunca suele estar en casa a esas horas y nos reímos porque le digo que eso tiene que ser una señal de Dios, pero le explico que no soy creyente. Me dice algo que me marca cuando le pregunto si cree que se puede cambiar el mundo, se ríe y me dice “¡Claro que no! Pero podemos cambiar las vidas que tocamos.” Me explica la historia de una chica a la que persiguió por clubs nocturnos noche tras noche y a la que ayudó a dejar aquel mundo atrás, se la ve muy feliz mientras me cuenta que ahora esa chica tiene pareja y una niña preciosa.

Llegamos a un par de acuerdos, que os contaré más adelante, y acordamos mantenernos en contacto, me da su correo electrónico y me pide que le envíe un email enseguida para tener el mío. Al llegar le di la mano y al despedirnos nos damos dos besos, ya en la entrada me enseña los regalos de una de las personas a las que ha ayudado y nos decimos hasta luego con la promesa de volver a vernos y de estar en contacto.

Estoy agotado, pese a ello espero haberle causado una buena impresión. Me oriento y me la juego, cojo la calle ancha donde he estado antes y decido caminar hacia arriba, esperando ir en la dirección correcta. Me pongo en su situación y me doy cuenta de que debe de sentirse muy realizada, tantas entrevistas, tantos años intentando cambiar el mundo y creo haberle transmitido la idea de que ha sido gracias a ella que yo también quiero ayudar. Menudo día… pero me siento bien.

Me vuelvo a casa, aquí sopla mucho viento, parece que poco a poco se lleva viejos errores y trae nuevos aires. Por si el día no ha sido suficiente, hoy mi madre va a leer el blog por primera vez, y creo que eso me da más miedo que el Raval y mis locuras.

Oscar Wilde –  “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida de concentra en un solo instante.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

jueves, 29 de noviembre de 2012

Hoy ha sido un gran día

Hoy no tengo reflexiones, ni experimentos ni leches, hoy voy a contaros lo que me ha pasado, que no es poco y creo que es algo bonito y curioso que compartir.

Para contaros dónde iba hoy tengo que remontarme un mes atrás, más o menos, navegando por el Interné acabé en la web de “El Convidat”, un programa de TV3, para los catalanoparlantes os dejo el enlace al final. Vi un capítulo que me impactó, el capítulo de Maria Victòria Molins, una monja que vive en el Raval y que dedica su vida a ayudar a los más desfavorecidos además de haber escrito varios libros, entre ellos “Alexia: Experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente”, que inspiró la película “Camino” de Javier Fesser.

Pero lo que más me sorprendió fue su capacidad de sacrificio, de entregar su vida a cambio de nada, de vivir tanto dolor ajeno, soportarlo y ser capaz de ayudar a gente a la que ya no le queda nada, ni nadie. Os recomiendo que veáis el capítulo que os pongo abajo, o que indaguéis sobre ella, una vida que no debe pasar inadvertida.

Bueno, pues el caso es que aquel día me dije a mí mismo que yo tenía que conocerla de cerca, y prestarle mi ayuda en lo que pudiera. No sabía donde vivía, ni su teléfono ni nada, pero me dije que iría al Raval, y que preguntando se llega a Roma. Y el día era hoy, me he levantado y me he plantado allí a preguntar por ella.

Pero antes, en la estación de tren (y eso que llevaba MUCHOS meses sin cogerlo), me he encontrado con otra mujer especialísima. Nada más verme ha venido a darme un abrazo, como pedí en el experimento de ayer, y hemos hablado largo y tendido sobre nuestras inquietudes, me ha contado cosas preciosas sobre su vida, sobre su forma de pensar, y yo no puedo más que darle las gracias a este trozo de papel virtual por haberme regalado tantísimo en tan poco tiempo.

Nos hemos sentado los dos en el tren para ir a la ciudad y hemos ido a parar a un asiento en el que ya había un hombre, algo mayor y un poco despeinado, pero con el aire de tranquilidad que tiene la gente mayor, ese que hace que te acerques sabiendo que no va a tener prejuicios ni rencillas. Nosotros seguíamos charlando de lo nuestro y en la siguiente estación ha subido otra amiga y se ha añadido a la conversación. Me he dado cuenta de cómo de útil me ha sido este blog ya que les he contado a ambas mi vida en verso (espero que me perdonen), algo impensable tiempo atrás, en el ratico que dura el trayecto del tren y además, supongo que porque veía que no me callaba ni debajo del agua, el hombre ha ido cogiendo confianza y se nos ha añadido, nos ha contado su vida, y sus experiencias.

Nos ha contado cómo perdió a su mujer hace 21 años y tuvo que criar a sus dos hijos él solo y el precio que tuvo que pagar por ello, lo que tuvo que sacrificar para poder seguir adelante y lo bien que lleva la vida solo, aunque en sus ojos se podía leer un poco de resignación, de que a veces los días se le hacen algo largos. Al hablar de la pérdida de su mujer ha dicho “Dios se la llevó” y he tenido que preguntarle por ello, a lo cual me ha confirmado que sí, que él es creyente aunque tiene claro que no sabe lo que habrá más allá. Mis compañeras estaban algo ausentes hablando de sus cosas, pero mi amiga se ha fijado en mi interés y me ha preguntado, a lo que no he tenido reparo en contarle que me había planteado algunas cosas en momentos duros, por lo que me interesa la forma en la que los demás lo llevan. Hemos seguido hablando de esto y de lo otro, arreglando el mundo y, en mi caso, aprendiendo de quien tiene cosas que explicar. Casi sin darnos cuenta hemos llegado al centro de Barcelona. Nos hemos bajado todos menos el hombre, le he agradecido que compartiera su experiencia y su vida conmigo, y nos hemos despedido para, quién sabe, no volver a vernos nunca más.

Al salir de las entrañas de la plaza nos esperaba una tercera amiga, y al final he acabado despidiéndome con tres abrazos gratis de tres mujeres y una foto, para que después digan que escribir un blog no te da beneficios.

He seguido mi camino, un tanto incierto, hacia la Rambla, donde tenía que perderme hacia el Raval, iba pensando en que las mujeres del tren debían de pensar que estoy loco por ir a ver a una mujer que no sé donde vive, y que ni siquiera me espera, y lo peor de todo es que seguramente tenían razón. Me ha hecho reír mientras esperaba que el semáforo de peatones se pusiera en verde, la verdad es que me lo estaba pasando bien, estaba feliz.

He bajado media Rambla y, benditos funcionarios, un barrendero me ha indicado hacia donde debía girar para entrar al Raval. Entonces ha empezado una búsqueda casi infinita, preguntando en todas partes, y a toda la gente, siguiendo rumbos equivocados y preguntando a gente que desconocía por completo aquel nombre, visitando sitios tan simbólicos como una panadería llamada “Els Àngels” (“Los Ángeles”, donde por cierto he aprovechado para desayunar), o preguntando a un par de mujeres ya mayores que me han dicho que ellas no sabían de eso, pero que en el ultramarinos de al lado conocían a todo el barrio.

La búsqueda me ha llevado a un portal de unos 4 metros de altura, imponente, donde rezaba un cartel que describía que allí vivían monjas, pero que al picar al timbre no ha contestado ni Dios, perdonadme el humor negro. Al final dos mujeres muy amables y un chico joven (los del ultramarinos) me han dicho que buscaba en el sitio equivocado, que tenía que bajar más, hacia el barrio chino (a chino me sonaba a mí, que no había estado allí nunca) y para allá me he encaminado. Cuanto más bajaba, más reconocía el Raval que me contaba Zafón en sus novelas, oscuro y descuidado, olvidado. En algunos balcones se leían mensajes como “El Raval no aguanta más” o “Que la crisis la paguen ellos”. Veo una ambulancia, y una camilla en mitad de la calle estrecha, no me va el morbo así que desaparezco por la esquina. Me doy más cuenta todavía de que he dejado mi vergüenza en algún punto en el camino, porque noto que ahora pesa menos, aunque aún así me da reparo molestar a la gente para preguntarles.

Paseo largo rato por ese barrio en el que me parece haber estado, pregunto a más gente, pero pocos hablan mi idioma, mi piel heredada del sol de Andalucía es de las más claras que se ven. Veo a una cartera, le pregunto por la dirección y me mira raro, supongo que juzga si soy un psicópata que quiere secuestrar a alguien o que voy de buena fe, supongo que mi sonrisa de tipo simpático la convence de que es la segunda, así que me dice la que cree que es la dirección que busco un poco a regañadientes y desaparece antes de que pueda darle las gracias. Estoy muy cerca, la casualidad ha hecho que apenas me separe una calle, me acerco a la casa y pico al timbre…

Mañana el desenlace, es que así me pagan el doble, y tengo otras cosas más importantes que escribir hoy, ¡ya os contaré! Perdonad las faltas ortográficas o de comprensión de hoy, pero si a que soy medio inculto le añadís que tengo prisa y que estoy agotado... sé que me entenderéis.

Winston Churchill –  “Las actitudes son más importantes que las aptitudes.”
(Al parecer me patrocina Churchill).

Capítulo "El Convidat" de TV3": http://blogs.tv3.cat/elconvidat.php?itemid=48022

Os dejo una foto de mi gata, porque me ha hecho compañía al levantarme y mientras desayunaba por el módico precio de una loncha de jamón. http://i.imgur.com/FHoTs.jpg

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Miedo

Miedo. ¿Qué es el miedo? Según la RAE es una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario, pero a mí se me dan mejor los sentimientos que las definiciones. Para mí el miedo es algo que cambia tu vida, que te obliga a dejar de ser tú, que te condiciona de manera que pasas a ser poco más que una sombra, el miedo es un impedimento que no te deja vivir ni sentir.


Hay muchos tipos de miedo, el más sencillo es a lo desconocido, que incluye muchas ramas: el miedo a ciertos animales, a la oscuridad… o el más grave, el racismo. Luego hay otro tipo de miedo más grave, el miedo a lo conocido, el miedo al dolor, al fracaso... Usamos estos miedos para protegernos, nos vamos envolviendo en capas y capas de forma que cada vez somos menos vulnerables a esas cosas, pero, al igual que casi todo, eso tiene un precio, y es que también somos menos permeables a las cosas positivas.

A menudo, cuando sufrimos, o somos llevados al límite, tenemos que encontrar una salida, y esa suele ser escondernos un poco, crear una de esas capas, pero eso provoca que cada vez sea más difícil llegar hasta nosotros, y que cada vez nos sea más difícil exteriorizar lo que llevamos dentro. Creo que hay un punto de egoísmo en todo este asunto.

Ayer, hablando con una amiga y explicándole lo que quiero que sea mi vida, llegados a cierto punto me dijo: “Tú quieres intentar ayudar a todo el mundo, pero a ti ¿quién te ayuda?”, y me chocó, no me lo esperaba, me quedé unos segundos un poco perplejo pensando en qué le iba a contestar, menos mal que no la tenía delante.

Pienso que tenemos un problema en lo que a los sentimientos se refiere, siempre esperamos obtener a cambio al menos lo que hemos dado, y esto no funciona así, no es un trueque. Yo pienso que si tú crees que alguien necesita ayuda y está en tu mano, debes prestarla, luego ya se verá lo que venga. Pero si tú no haces lo que crees que es correcto te estás siendo infiel a ti mismo, a tu forma de pensar. Por supuesto todo tiene un límite, y como decía mi abuela, tonto sí, pero “apaleao” no.

Os cuento esto porque creo que va ligado con el miedo, cuantas más capas (metafóricamente hablando) llevamos, más difícil nos cuesta sacrificarnos por algo o por alguien, o implicarnos en las cosas, no sea que alguien las atraviese y nos haga daño, preferimos esperar que los demás se acerquen. Muchas veces me he encontrado con gente que me dice: “Si alguien se acerca a darme un abrazo yo se lo devolveré”, pero claro, si todo el mundo piensa así, al final nadie se abraza, y esto es sólo un ejemplo.

Yo prefiero vivir cada día como si fuera el primero, y olvidarme de las capas, no siempre lo consigo, pero sí intento luchar contra ello. Mi forma de pensar es que cuando algo te da miedo, o vergüenza (que no es más que otro tipo de miedo), estás en la obligación de superarlo, y puedes llegar a cambiar tu vida de formas insospechadas.

Durante 22 años de mi vida he sido una persona nada cariñosa, no analizaré el por qué, pero ha sido así, yo le he dado abrazos a mi pareja y punto, y besos los obligados. Pero hace unos meses mi vida cambió en muchos aspectos y decidí que eso debía cambiar, sobretodo porque no quería que mi hermana pequeña creciera viendo eso y copiándolo, así que decidí ser un pesado, con ella y con mi madre, e intentar abrazarlas y besarlas cada mañana y cada vez que hubiera una excusa de por medio. La verdad es que al principio me costaba horrores, sobre todo con mi madre, porque ya se sabe que con los críos es todo siempre más fácil, precisamente por eso, porque no tienen capas y capas a su alrededor, pero poco a poco se fue haciendo algo natural hasta el punto en el que se convirtió en costumbre. Quiero pensar que hago a mi madre un poco más feliz,  que mi hermana crecerá sintiendo ese cariño y que el día de mañana podrá regalarlo a los demás, y desde luego a mí me alegra el día.

Vosotros veréis, tenemos la libertad de vivir como queramos, y ya sé que hoy en día nos da pereza esforzarnos por todo, a mí el primero, pero si no nos esforzamos por la gente que nos rodea, o más importante todavía, por nosotros mismos, no creo que podamos hacerlo por nada.

Hoy os dejo un experimento bastante arriesgado pero que creo que va a ser divertido, al menos yo me lo voy a pasar bomba, y si los resultados son graciosos los contaré en otra entrada: os propongo que la próxima vez que me veáis (los que no me conozcáis lo podéis hacer con algún familiar cercano y luego me lo contáis!), me abracéis. A ver quién es capaz de ganar a sus miedos y quién no. Por supuesto doy por hecho que todo el que lee este blog me tiene un mínimo aprecio, si no este experimento no tendría ningún sentido. Prometo no morder.

Que nunca se os olvide que hoy puede ser un gran día.

Mahatma Gandhi – “Debes ser el cambio que quieres ver en el mundo”.

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

lunes, 26 de noviembre de 2012

A un mes para Navidad


Por si no os habéis enterado o no lo han dicho en las noticias, ayer Catalunya celebró sus elecciones autonómicas. Lo que oigo en la calle y lo que hablo con la gente es que ha sido un soplo de aire fresco, la gente tiene la necesidad de que cambien las cosas, de intentar que alguien nos eche una mano, y eso ha quedado reflejado en la participación con un récord histórico (casi 70%), y un aumento del 11% en comparación a las últimas, y eso que sólo han pasado dos años.

Para mí fue un día más, me acerqué por la tarde a votar con mi padre, como hacemos desde hace algunos años. Es un pueblo pequeño, y mi familia lleva aquí toda la vida, así que nos conoce un porrón de gente por lo que saludamos a todos: amigos, conocidos, familia más lejana… y ejercimos nuestro derecho. No puedo evitar pensar que en el fondo ningún grupo político me representa, y que seguramente lo más coherente hubiera sido votar en blanco o no hacerlo, pero voté a los que creo que pueden representarme mejor o, dicho de otra forma, a los que menos malos me parecen.

Tuve una discusión amigable con el alcalde (un hombre afable, cercano y honesto), porque después de preguntarme si pensaba dedicarme a la política y que yo le contestara que no, que a mí lo que me gusta es estar cerca de la gente y que lo que yo quiero es ayudar y ser útil, me explicó que eso era exactamente la política, a lo que yo repliqué que a lo mejor sí, pero que la política suele tener un trasfondo de intereses personales y ansia de poder, y que su cercanía suele ser cínica, y que por todo eso no estoy interesado. Charlamos un rato más y me explicó que hay partidos así, pero que el suyo no, etc. No quiero aburriros con politiqueos.

La gente necesita ver una salida, un cambio en la clase política, necesita ver gente cercana que se preocupa por los problemas con los que todos nos encontramos a diario, gente que se queda sin empleo, sin casa, sin autobús que lleve a los niños al colegio, sin ayudas económicas a la gente dependiente… A la mayoría de la gente no le importa los mercados, ni la bolsa, ni Alemania, a la gente le importa tener una vida digna y que se respeten sus derechos, poder ganarse su pan, tener su hogar y cuidar de los suyos. Le importa pensar que en unos meses se les acaba la prestación de desempleo y que siguen sin encontrar trabajo, que tienen que cerrar su negocio porque ya no ganan dinero, que tienen que cuidar de un familiar enfermo y nos les llegan ayudas.

Tengo la impresión de que para Catalunya esto es un ultimátum, la última esperanza, y que el resto de España también agotará su paciencia, pese a las diferencias entre unos y otros. Los números de desahucios, de paro, de familias por debajo del umbral de la pobreza, no hacen más que incrementarse y, si las cosas no cambian, habrá consecuencias, y veremos de qué magnitud.

Escucho a mi abuelo decir que por menos que esto estalló una guerra y aunque quiero pensar que lo exagera, me da un poco de miedo. Creo, o igual es que lo espero, que mi generación vivirá grandes cambios, y que no será necesario llegar a ciertos extremos, que tendremos que demostrar si somos capaces de defender nuestra integridad y nuestros derechos de una forma pacífica, pero a la vez veo más desesperación cada día, y me pregunto cuánto falta para llegar al límite de la sensatez.

Winston Churchill - “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!

sábado, 24 de noviembre de 2012

Juicios y prejuicios


Una vez uno de mis profesones, un tipo algo entrado en edad y de derechas, ya sabéis a lo que me refiero... me contó que todos tenemos una especie de recipientes en la cabeza, de moldes, y que cuando conocemos a una persona rápidamente tenemos la necesidad de hacerla encajar en uno de ellos. El típico chulo, el típico rarito, el tonto de turno, alguien que puede ser interesante...


Durante muchos años de mi vida me he preguntado en qué recipiente me incluía la gente, y me resultaba imposible hacerme ni siquiera una pequeña idea. Con el tiempo he entendido que nunca he sabido en qué recipiente encajo porque no encajo en ninguno, y no, no os penséis que me ha podido el ego, es que nadie encaja en ningún recipiente. Es algo absurdo que utilizamos para no complicarnos la vida. Como el mundo va tan rápido no tenemos tiempo (o no queremos invertirlo en eso) de conocer a la gente, tenemos que filtrarla de alguna manera, y eso son prejuicios.

Hoy me ha dado la impresión, hablando aquí y allá, que a raíz del blog alguna gente me ha visto como alguien con valor, capaz de contar un trozo de sus pensamientos en público sin tener demasiada vergüenza, y yo pienso que vaya tontería si lo único que hago es explicar mi vida y quedarme tan ancho. Pero claro, eso no le molesta a nadie, lo que puede llegar a molestar es que otro tipo de gente, por el hecho de tratar de vivir plenamente, de buscar la felicidad e intentar hacer feliz a tanta gente como sea posible, te considere una persona inmadura, o incluso poco inteligente.

Los que más cerca están de mí saben lo que he vivido, que no ha sido más que nadie, ojo, pero que me ha hecho aprender muchas cosas, y creo que ellos nunca pensarían que soy un necio, lo de la inteligencia es relativo, puedo aceptar que me llaméis tonto. Puedo entender que se me considere un soñador, un loco, o alguien al que le cuesta encajar, pero no un inconsciente que no se preocupa por nada.

La gente que menos me conoce, que es porque no ha querido, porque pese a mi poca memoria me atrevo a decir que nunca le he cerrado las puertas a nadie, aunque es cierto que antes era menos abierto que ahora, supongo que es normal que juzguen eso, que me lean y enseguida cojan el frasco de “hippies”, “perro flautas”, “inconscientes”, y en casos más extremos “afeminados de esos” o vete tú a saber qué cosas, y me metan en él. Y, francamente, hace un tiempo, unos pocos meses, me hubiera preocupado y me hubiera dolido, pero hoy en día ni siquiera un poco. Más bien al contrario, diría que en los últimos… 3 meses, me han tratado (o preguntado) unas 4 o 5 veces de homosexual, y qué queréis que os diga, si la visión de un homosexual es de alguien de un gran corazón, sensible y con la capacidad de querer y reflexionar, no me importa en absoluto ocupar ese recipiente. Los demás recipientes me dan un poco igual, porque supongo que no congeniaría con alguien que enseguida hace ese ejercicio.

Lo que me preocupa de todo esto es que la gente crece así, los niños en el colegio ya usan este sistema, y me entristece pensar que la gente más sensible es la que más puede llegar a sufrir por culpa de ello. Alguien con cierta edad ya sabe lo que quiere ser o cómo quiere ser, pero si tú a un niño le insistes una y otra vez en que hablar de sentimientos es de gente poco inteligente, o débil, dejará de hacerlo, o pensará que es tonto perdido. Se asocia a menudo la sensibilidad con la debilidad, y creo que es tarea de todos recordar que no es así. Qué queréis que os diga, yo no me siento menos hombre por besuquear a mi hermana pequeña, o a mi madre, o por sentirme muy vinculado con los homosexuales, en todo caso me siento más. No creo que ningún padre me lea, pero algún día muchos lo seréis, y os invito, aunque os cueste un infierno porque a vosotros no os lo enseñaron así, a estar más cerca de vuestros hijos, a enseñarles a querer y a hacer que se sientan queridos siempre.

Como pequeño consejo, que si queréis cogéis y si no, tiráis, cuando no estéis muy seguros de lo que sois vosotros mismos, o de si estáis haciendo algo bien o mal, preguntad a la gente que más os quiere y más cerca está de vosotros (sobre todo a las abuelas). Si alguien puede juzgaros son ellos, no alguien que no sabe nada de vosotros, aunque lo ideal es que lo hagáis vosotros mismos, ya que a priori deberiaís ser quien mejor os conoce.

Ya habéis visto que me gustan los experimentos sociales, así que si al principio de esta entrada, cuando he escrito “un tipo algo entrado en edad y de derechas, ya sabéis a lo que me refiero…”, sabíais a lo que me refería, deberíais revisar vuestros prejuicios, porque usando este ejemplo: Sí, este hombre es de derechas, y también es una de las personas más inteligentes, con más carisma, más cercano y  más comprometido que he conocido en la vida, y me ha enseñado muchísimo.

Hoy os dejo dos citas, una un poco más trascendental como de costumbre y como hoy ha habido poca cabida para el humor os dejo una que en su momento me hizo mucho gracia.

Erich Fromm - "En realidad, sólo existe el acto de amar, que es una actividad productiva. Implica cuidar, conocer, responder, afirmar, gozar de una persona, de un árbol, de una pintura, de una idea. Significa dar vida, aumentar su vitalidad. Es un proceso que se desarrolla y se intensifica a sí mismo."

Winston Churchill – “Quien habla mal de mí a mis espaldas mi culo contempla.”

¡Si has pasado por aquí y te ha gustado, salúdame, por la vía que quieras, pero salúdame!

viernes, 23 de noviembre de 2012

Futuro futuro


Otro día más, y a cada uno que pasa, mejor. Ayer no subí entrada, utilicé el día para otras cosas y al final no encontré el momento de parar un rato a escribir y subirlo. No es que vaya a obligarme a hacerlo diariamente, pero tampoco me importaría.

Hoy venía dando un mini paseo nocturno después de una gran cena rodeado de amigos y pensaba para mí: “¡Qué bonita es la vida que cambia en un instante, ahora, al llegar a casa, podría encontrarme con cualquier cosa!”, y más después de haber abierto esto, que cada día me sorprende más gente compartiendo momentos preciosos conmigo. Y más o menos ha sido así, me he encontrado con un mensaje de un viejo amigo que no ha hecho otra cosa que confirmarme el hecho de que abrir este blog es una de las mejores decisiones de mi vida.

Y es que es así, es una época terrible, todos lo vemos a nuestro alrededor, incluso yo, que trato de ser siempre positivo, me doy cuenta de que la gente no está para tonterías, no ve una salida, no ve un futuro.

Hoy, hablando con mi padre, que está en una situación difícil como casi cualquier parado por encima de 40(?) años, le he explicado algo que ya forma parte de mí y que tanto me ha ayudado personalmente. Consiste en el ejercicio de pensar en los mejores momentos de tu vida y entonces remontarte un año atrás y preguntarte si en aquel momento imaginabas aquello bueno que iba a pasarte. Y digo un año por proponer una fecha, pero en muchos casos estoy seguro que podrías situarte simplemente un día antes.

Por ejemplo el hecho de conocer alguien importante para tu vida, o de que te llamen de un trabajo, de que cambies de ciudad, de tener un hijo, son cosas que podrían pasar mañana si las buscas, literalmente. Siempre me gusta ver todos los lados de las cosas y tampoco os negaré que también puede pasarte algo terrible mañana, pero como ya escribí en “Negatividad y otros monstruos” pienso que hay que dar el mismo valor, o más, al lado positivo.

Lo que está claro es que hay que buscar las cosas. Nunca conocerás a alguien interesante si no te animas y te pones a ello, aunque te cueste relacionarte, estás en la obligación de superarte, al fin y al cabo lo haces por ti. Ya sé que cuanto peor están las cosas menos contento estás, pierdes las ganas de todo, pero yo intento no olvidarme nunca de que sólo voy a vivir una vida (para debates religiosos visite otro blog) y que el no tener un teléfono nuevo, un coche reluciente o tener que comer más garbanzos y menos gambas no me hace más infeliz, pero no compartir mi vida, no sonreír, no aprender y escuchar, no conocer gente nueva, aislarme en mí mismo y olvidarme de todo el mundo, sí.

Hay que disfrutar de las pequeñas cosas, llegar a casa el último y arropar a tu hermana, pasar una tarde con los amigos contando chistes malos, tener una simple charla con tu padre o con alguien a quien quieres, enamorarte cada día, sonreír, hacer lo que te gusta.

Ninguna crisis ni ninguna moneda podrá quitarme jamás esas cosas y no las cambio por ningún coche.1 Yo no sé nada de economía, ni de política, ni de mercados ni de la reproducción en cautividad de la mosca australiana pero, sin entrar en debates políticos de ningún tipo, sí sé que yo no voy a dejar que situaciones ajenas a mí condicionen mi vida o mi felicidad, ni siquiera mi estado de ánimo.

Así que yo no sé vosotros, pero yo estoy ilusionadísimo de ver si mañana será ese día, aunque ya llevo una racha extraordinaria de cosas estupendas, y ninguna de ellas ha tenido que ver con el dinero. 

¡Haced el ejercicio y me contáis!

P.S.: Tengo que dar las gracias a dos de las personas que más me ayudaron en la época en la que yo también perdí mi esperanza y que me ayudaron a empezar a ser la persona que soy hoy. Las dos leen el blog: uno es el tipo más humilde que he conocido y la otra la más soñadora, y la más tierna India jamás conocida por el mundo.

Viktor Frankl – "Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento."

1 Menos si es el Batmóvil, por el Batmóvil sí.


¡Si has pasado por aquí, salúdame por donde sea, que a mí también me haría ilusión conocerte, o reencontrarme contigo!

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Negatividad y otros monstruos


Hoy he tenido un día genial, todo me ha salido bien, y al volver a casa me he encontrado con que hay gente que ha leído el blog! Pero no sólo eso, hay gente que me ha hecho llegar mensajes, todos ellos preciosos y desde lo más profundo de sus corazones, y algunos capaces de cambiar vidas. He dado las gracias cien mil veces a lo largo de hoy, pero lo haré una última vez (hoy): GRACIAS, por leerme y más todavía si cabe por compartir un poco de vosotros conmigo.

Pero no todo son flores y mariposas (aunque en mi cabeza sí…). Resulta que me he puesto a leer el blog de una persona conocida (usaremos persona como sujeto para evitar revelar el sexo de la chica) y me ha recordado algo que llevo tiempo advirtiendo: la fea costumbre de generalizar hasta extremos insospechables, del esperar que las cosas vayan mal, de basarse en precedentes tontos, de la negatividad que se extiende entre nosotros.

Os explico rápido lo que cuenta esta persona (que, por cierto, no sé si lee mi blog, pero si lo hace, ahora mismo igual me está odiando a muerte… ¡Un saludo!): Ella (recordad, persona) cuenta que como lo ha pasado mal previamente, pues que ahora se encierra en sí misma, no arriesga, no comparte. Y encima resulta que se arrepiente de hacerlo.

Vale, pues no, estoy totalmente en desacuerdo, me parece fatal. ¿Cuántas veces alguien ha dicho: “hostia, como me he encontrado a una persona amable, voy a pensar que todas lo son!”? 0, C-E-R-O. Ahora, ¿cuántas veces hemos oído el típico “todos los hombres son iguales”, “no puedes fiarte de nadie”, “todo el mundo te decepciona”, e infinidad de frases del estilo? MILLARES DE MILLONÉSIMAS VECES.

Mal, me parece mal que siempre pueda más el lado negativo, me parece mal que se generalice, que no se trate a cada persona como a un individuo único. A mí me gustan las minorías y cuanto más pequeñas mejor, incluso si son unipersonales, me parece que ahí reside la riqueza humana. Me produce tristeza el pensar que a lo mejor hay alguien perdiéndose algo, por pequeño que sea, porque una vez alguien les trató mal y usan eso como precedente.

En serio, analicemos esto por un segundo, resulta que porque una vez alguien, una persona X, por un motivo X, se equivocó, o actuó con maldad, con una gravedad X, tú ya das por hecho que todo el mundo es así y por culpa de esa, o esas, persona/s te pierdes algo que podría ser bueno. Y que conste que con esto en absoluto quiero decir que el sufrimiento no está justificado, son cosas distintas. ¿Qué lógica tiene eso? Yo cuando era pequeño tenía un gato y una vez me arañó, ya nunca más me voy a acercar a un gato no vaya a ser que me arañe (comparación estúpida y caso ficticio, cualquier parecido con la realidad es pura casualidad). Lo mires por donde lo mires, las cosas malas y negativas acaban ganando. Me entristece un poco.

Es un poco de rollo egocéntrico pensar “qué bueno soy yo y qué cabrones TODOS los demás” ¿no? Es que estamos llegando al punto en el que no damos ni la oportunidad a la gente, en el que les obligamos a demostrar que no son unos cabrones. Me niego, leches.

Bueno, os propongo que cambiéis el chip, que veáis las cosas al revés, que cuando os crucéis con una persona mala en la vida lo superéis, tomándoos el tiempo que necesitéis, y que después sintáis que era la excepción, y no al contrario. Menos si es una mujer, porque todas quieren lo mismo, tu dinero. (ES BROMA, NO VAYA A SER QUE AHORA LA LIEMOS PARDA).

P.S. A la persona que aparece mentada en este texto: Espero que no te sepa mal que te haya usado como ejemplo anónimo, por supuesto lo he hecho con toda la bondad del mundo, y en absoluto te juzgo, cada uno es libre de vivir su vida a su forma, pero me ha parecido algo lo suficientemente curioso como para incluirlo, y me ha dado “cosica”.

P.S.: Gracias a todos de corazón (ya han pasado las 12, puedo decirlo otra vez…). Mil besos a todos, y soplos de aire de estos que te llenan el corazón y mil atardeceres bonitos y… Ya, ya, ya me voy…

Anatole France - "Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia."

martes, 20 de noviembre de 2012

Desvaríos noctámbulos #1


Llevo unos días en los que me cuesta conciliar el sueño, me tumbo en la cama y por mucho que lo intente, dormirme parece algo imposible, mi cabeza da mil vueltas a mil cosas. La verdad es que me sobran muchas energías al final del día, y eso no ayuda.

Después de estos meses que he pasado en casa recuperándome, descansando y un poco reencontrándome a mí mismo, ahora tengo más ganas que nunca de salir ahí fuera, aportar mi granito de arena para que el día que mi tiempo se agote alguien pueda decir que dejé un mundo mejor del que encontré.

Pero no es fácil, es vox populi que “tó está mu mal”. Si miras alrededor te das cuenta de que la gente con inquietudes está agotada, lo han dado por imposible y reina un sentimiento de resignación, como si fuera algo con lo que tienes que vivir y en lo que, como mucho, podrás crear tu pequeño oasis donde refugiarte y vivir tan a tu manera como te dejen.

Últimamente me pregunto si esto de querer cambiar las cosas, de ayudar, de vivir con ilusión por el futuro es algo pasajero de la juventud que se pierde a medida que creces. En definitiva me pregunto si algún día yo también me frustraré y me dará igual todo, si miraré por salvar mi trasero y punto a costa de lo que sea.

Mi acné hace ya unos años que me dejó en paz y la verdad es que para mí pasan los años y en ningún caso se diluye ese sentimiento, más bien al contrario, porque por suerte descubro cada día que no estoy tan loco, o igual sí, pero que hay más gente como yo. Y porque mi corta lista de cosas por las que merece la pena luchar desde luego incluye un futuro mejor, más justo y equitativo.

Es difícil encontrar gente entrada en edad que aún crea en esta metáfora de la felicidad, con ganas de luchar. El “Imagine” de Lennon ya tiene sus años y para nuestra generación el gris y el rojo sólo son colores, pero ¿dónde está toda esa gente que luchó contra una dictadura, que libró guerras, que salía a la calle? Ya, ya sé que la mayoría habrá muerto o serán ancianos, pero ¿no les contaron a sus hijos la importancia de luchar por lo que es justo?

Algo tuvo que salir mal, mi madre sonríe cuando le explico las cosas en las que creo, pero sus ojos no pueden evitar mostrar un poco de desilusión, de “ojalá tú puedas cambiar algo, pero las cosas han sido así siempre, y seguramente lo seguirán siendo”. Me pregunto si el problema fue que su generación sacrificó demasiado a cambio de los placeres mundanos que tuvieron al alcance de sus manos y que sus padres no habían podido tener, si vivieron suficientemente bien como para ignorar lo que iba mal, y ahora que la nuestra no va a poder, nosotros sí tenemos la necesidad de abrir la boca de nuevo.

¿Tan básicos y egoístas somos que sólo cuando nuestro plato se vacía somos capaces de alzar la voz? No puedo evitar acordarme un poco de mi bisabuela, que sacrificó su vida por los demás, que, aunque salía más aguada, hacía sopa para todos los que no tenían nada que echarse a la boca. ¿Hemos perdido la humanidad entre hipotecas, coches relucientes y panzas llenas?

Creo que tendremos la obligación de enseñar a la generación que nos sucederá que el dinero no compra casi nada y que se debe intentar sonreír pese a todo, pero que eso jamás significará resignación.

En fin, yo seguiré con mis sueños a cuestas, siendo el rarito de la familia, aguantando que de vez en cuando alguno me llame hippie y se eche unas risas a mi costa, y desahogando mi alma aquí cuando no me deje dormir con sus inquietudes.

Si has leído hasta aquí es porque me quieres demasiado o porque de algún modo también sientes algo de lo que he escrito, gracias en cualquier caso y ¡un beso tan sincero como sea posible!

Paulo Coelho –  “El mundo está en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños.”

lunes, 19 de noviembre de 2012

Relato corto: Muñeca de trapo

Lo que más miedo da de las cosas malas es que siempre te pillan por sorpresa, nunca te avisan antes ni se ven venir. El día en que algo malo va a suceder el sol se eleva como los demás días, el mundo gira igual que siempre, y el aire no huele distinto, nadie llama a tu puerta de madrugada para avisarte, y tú vives mecido por el sueño efímero de tu vida hasta que ya es demasiado tarde.

Ésta es la historia de una mujer, pero sobretodo de un hombre, que, al igual que todos, no pudieron dar esquinazo a la sombra que los perseguía, la que siempre va un paso por detrás nuestro  hasta el momento en que nos alcanza.

No fue pronto en su caso, les dio tiempo a vivir una vida larga. Vivieron su amor y lo disfrutaron, y obtuvieron sus frutos, criaron a sus hijos y, más tarde, a sus nietos. Y justo cuando ya parecía que su cuento llegaba a su fin, cuando cualquiera hubiera esperado que sólo quedaran días de melancolía y espera, de paz, la sombra les alcanzó.

Era un día cualquiera, como siempre sucede. El hombre volvió a casa, se quitó su pesado abrigo y entró en la estancia donde su mujer solía esperarlo para desayunar, la besó en la mejilla y hablaron sobre cosas sin importancia. Ella giró su cabeza y sus miradas se cruzaron, durante un segundo se miraron y él fue capaz de distinguir una sombra en su mirada. Durante más de 50 años había visto esa mirada dulce y profunda, viva, que ya había pasado a formar parte de él, pero ese día no era así, algo se había apagado, brillaba menos, y algo le hizo sentirse más solo y más perdido que en toda su vida.

Pasaban los días y pronto se hizo evidente que algo iba mal, su mirada parecía perderse, vaciarse a cada instante que pasaba, y cada vez tenía menos palabras, parecía encerrada en sí misma, en un lugar muy lejos de allí. Visitaron a tantos médicos y sanadores como encontraron, sin hallar nunca una solución. Una vez creyó haberlo conseguido cuando un viejo médico que no encontró solución en la medicina le aconsejó que la ayudara a recordar, que usara recuerdos felices de su pasado. Así que él recogía cada mañana un cestito de flores de jazmín que le acercaba sonriente para que recordara el olor familiar de su casa, de su juventud, y así fuera capaz de recordar quien un día fue.

Durante unos días pensó que funcionaba, aunque acabó por percatarse que había sido su deseo de que fuera cierto lo que le había brindado un respiro de esperanza. Ella apenas decía una palabra, se movía sólo lo necesario y la soledad envolvía al hombre sin piedad, debía resignarse a verla así, ausente, lejana, un recipiente cada día más vacío, sin poder hacer nada para ayudarla.

Aquella sombra que la desposeía de su voluntad siguió creciendo en su interior y no había hombre en el mundo que pudiera combatirla. Fue un día frío y oscuro cuando finalmente la venció y la dejó vacía del todo, sin un alma que alimentara el cuerpo, como una muñeca de trapo más. Y así la muerte reclamó su recipiente.
El hombre estaba ya agotado e impotente, ardiente de ira y rabia por no haber podido salvarla, obligado a conformarse a ver como se apagaba. No encontraba respuestas, no existían respuestas. El tiempo y la edad le amainaron su furia, pero estaba tan cansado ya que sólo volvió a hablar una vez, para gritarle a la sombra que ella no había vencido, sino que él la había eludido durante largos años, y que había valido la pena, que volvería a repetirlo si se le brindara la oportunidad.

Su luz empezó entonces a apagarse también, lentamente. Había gastado todas sus fuerzas en salvar a su mujer, y ya no le quedaba energía alguna, no tenía ya nada por hacer en este mundo, así que pasó el resto de sus días siendo tan feliz como pudo, sólo con la mitad de su alma.

Como si de un buen escritor se tratara, dedico este relato a toda la gente a la que le ha hecho sentir algo, a los que una sombra se llevó, y a los que una sombra se lo arrebató todo.

Y sobretodo a mi abuelo, que no creo que nunca llegue a leer esto, pero que me enseñó que hay cosas por las que merece la pena dar incluso tu alma pese a que sólo obtendrás vacío a cambio.

Estreno Blog!


Sí, sí, la noticia que habéis oído en todos los medios de comunicación es cierta, me he hecho un blog! Ya sabéis, una de estas cosas que con el tiempo dejas de utilizar por pereza y que nadie lee. Pero me da igual, lo he creado para mí, así que si no lo lee ni Paco no importa, leches, siempre con el afán de protagonismo este de que la gente nos lea...

Resulta que se avecinan muchos cambios para mí, y todos son positivos (mentira, lo que pasa es que los malos no se ven venir!) y he decidido que quiero tener esta fase de mi vida escrita (por mí, claro, no la vas a escribir tú...), y, si a alguien le apetece leerla, pues adelante. Podría hacerlo en un Word en mi ordenador, pero ya sabéis, el rollete de que alguien te lea da como cosica, que mola, vaya.

Los que habéis llegado hasta aquí casi seguro que ya sabéis que de vez en cuando me da por escribir cosas, que también iré subiendo aquí porque me da vergüenza. Sí, exacto, porque me da vergüenza las subiré, así superaré esa vergüenza, cosas de la vida, ya me estoy yendo por las ramas.

Yo es que tengo muy mala memoria, pero mala, mala, de eso que no sabes si has comido o no y tienes que preguntarlo, o de esas que la gente se piensa que soy un despegao porque nunca llamo. Así que para eso es este blog, como se me olvida mi propia vida le voy a dejar escritas a mi futuro yo las cosas que me pasan, y cómo las siento, en definitiva lo que me de la gana. Lo de si he comido o no es igual, puedo preguntárselo a mi madre.

Pues esto es lo que hay, disfrute de su estancia y no se deje arrastrar por una mente que está mu mal. Eso sí, aunque haga 10 años que no hablamos, o no hayamos hablado nunca, si pasas por aquí y crees que merece la pena, deja tu comentario sobre lo que has sentido, sobretodo en los relatos cortos, tanto para bien como para mal, ya sabes, para engordar mi ego.

Pz <3