“Son las 5 de la mañana, en casa todos están durmiendo, y suena mi
despertador. Abro los ojos y maldigo al mundo, al frío, a la oscuridad y al
sueño que tengo, sufro 12 crisis existenciales en 1 minuto y me pregunto si
después de todo valdrá la pena. He dormido muy pocas horas y ayer fue un día
agotador, y además parece que hoy lo será más aún, sólo la ilusión de que algo
cambie, de una baza que jugar, me hace levantarme por fin de la cama y cerrar a
golpes silenciosos una maleta que guarda ilusiones, sueños y promesas, pero a
la que le cuesta cerrar por falta de costumbre.
Me ducho y me preparo para el día mientras mi mente sigue en muerte
cerebral, el “Sí, mama, llevo calzoncillos y comeré bien, que tengo 23 años…”
de turno seguido del “¿Llevas dinero? ¡Lleva dinero, que nunca se sabe!” y nos
ponemos en camino. Beso de despedida, reflexión de “pobre mujer, a las horas
que se levanta por mí…” y al andén. Pierdo el tren por minutos y me toca
esperar el siguiente en mitad de un frío de espanto, y todavía es de noche…
Aparece un montón de gente y me pregunto a dónde demonios irán un viernes a
esas horas, y si se levantarán tan pronto cada día y si será para cumplir sus
sueños...
Perdemos el tren por problemas logísticos (que el revisor era un capullo
integral, pero de buen rollo, eh) y aprovechamos para hacer un poco de broma y
destensar el ambiente, nos contamos quiénes somos, y qué vamos a hacer, los más
mayores hablamos más y los más pequeños se quedan en grupitos pequeños con sus
maletas por escudo. Me quedo escuchando entre bostezos del sueño que todavía me
dura a dos chicas que ponen en común sus ideas y piensan en qué podrían
ayudarse la una a la otra, me hace sonreír por debajo de la nariz, y es súper
bonito.”
Así empieza un fin de semana apasionante. Sí, creo que apasionante es una
de las palabras que mejor encajan, tres días en los que conocí a gente
maravillosa, personas que no creía que pudieran existir, que fueron a darlo
todo, a compartir, a pasarlo bien, y viví experiencias increíbles que nunca antes
podría haber imaginado, estas son algunas de las personas de las cuales llevaré
siempre un trocito conmigo y que en muy poquito tiempo me regalaron y me
enseñaron muchísimo.
De “J” aprendí que el hecho de que sea tan alto y ancho es porque de otra
forma no le cabría el corazón tan inmenso que tiene en el pecho, lo que el
primer día parecía un chulito de turno acabó por convertirse en un compañero de
trayecto y de reflexiones extraordinario, aunque mi nivel intelectual estaba
por los suelos por culpa del cansancio y bastante tenía con mantenerme
despierto... Una de esas personas de las que siempre quieres estar cerca, con
imán, y además me pegó un más que sexy acento gallego.
“R” me recordó la brillantez de la juventud, esa juventud en la que todavía
no han aparecido demasiados complejos ni demasiados miedos, esa juventud que
todavía mantiene un poco de niñez, que siempre sonríe, que regala sonrisas a
cada instante sin esperar nada a cambio, esa juventud de sueños por cumplir, de
ganas infinitas. Y todo eso pegado a una personalidad extraordinaria, de
alegría contagiosa y con una única preocupación: “A lo mejor cuando crezca ya
no haré tanta gracia y la gente no se reirá tanto conmigo…”. El amor metido en
un cuerpo diminuto que me hubiera pasado el día abrazando si no hubiera quedado
rarísimo.
“A” me hizo entender de veras que en realidad no importa en lo que creas,
ni tu ideología política, ni tu religión, ni donde seas ni el colegio al que
hayas ido… Lo que importa es si eres una buena persona o no, si quieres sumar o
no, si tienes la capacidad de querer o estás perdido por completo. Alguien con
quien a priori no tengo nada que ver consiguió abrirse camino hasta mí hasta el
punto en el que me encantaría pasarme horas y horas charlando con él sobre la
evolución del ser humano, sobre la psicología de un calamar o sobre filosofía,
que dicho sea de paso, desconozco por completo. Un tipo maravilloso,
inteligente, inquieto, generoso y que se esforzó con todo su corazón por
pasarlo bien, y por hacérnoslo pasar bien a todos, aguantando mis doce millones
de preguntas.
“R” es mi amor platónico, se sorprenderá si es que llega a leer esto, pero
sin ella mi fin de semana no hubiera sido para nada igual. Fue mi punto de apoyo
invisible, una especie de cómplice secreto, y además hizo que dejara de
tambalearme en los momentos en los que el cansancio casi llegaba a tumbarme y
mi seguridad estaba de vacaciones. La primera vez que la vi nada me llamó la
atención de ella, pero ahora me alegro muchísimo de haber podido compartir
tiempo con ella.
No quiero dejarme a nadie, aunque seguro que me dejaré a mil, pero todos y
cada uno de los que conocí tienen algo que los hace especiales, brillantemente
especiales. “G” es un bala perdida de la leche, pero tiene la gracia de los sinvergüenzas
y conseguirá lo que quiera en la vida, “A” habla sin parar, pero sus ojos
claros hacen que te pierdas en ellos y escucharla todo el tiempo y no parecer
un completo idiota mirándola hipnotizado como un bobo se hace una tarea casi
imposible.
“L” es un amor y siempre estuvo dispuesta a reírse conmigo, aunque por las
mañanas es menos persona que yo, que ya es decir… “J” tiene más clase que
ningún actor de Hollywood, y cualquier mujer debería volverse loca por él, “JJ”
es un artista y tuvo una paciencia infinita con los que tenemos una creatividad
artística nula. “P” es el tío más cachondo de la historia, y me siguió el rollo
todo el fin de semana, aunque nos encontráramos poco más que para dormir casi
de la mano en nuestra minúscula habitación.
“A” me regaló toda su confianza desde el primer segundo, gracias a un viaje
en metro inesperado que nos permitió conocer nuestras historias un poco mejor. “S”
y “C” contribuyeron fervientemente a mi intento de nacionalización gallega y
estuvieron siempre dispuestos a echarme un cable cuando me hizo falta, y a
charlar buenos ratos, cada uno a su manera. “S” vivió enganchada a su móvil
atareada como la que más la mitad del fin de semana, pero cuando levantaba la
cabeza era siempre para regalarte una confianza envidiable y una sonrisa perpetua.
“N” es tonta perdida, y le ha tocado el mentor perfecto para ella, no sé
cómo les irá el proyecto pero al menos podrán compartir habitación en el
manicomio, y cuando no se muere de vergüenza es simpatiquísima, aunque tope de
mala jugando a las cartas. Con “D” me sentí como si nos conociéramos de toda la
vida, conectamos en una décima de segundo y ya está ayudándome a llevar a cabo
mi proyecto antes incluso de haberlo empezado…
A “F” le tocó pagar los platos rotos de mis noches de poco descanso, nada
más conocernos le conté mi vida en prosa evitando pocos, o ningunos, detalles,
como no me creía capaz de hacer, pero creo que eso consiguió crear un lazo de
confianza enorme entre nosotros, de compañeros, de caminar hombro con hombro.
Eso o ahora mismo está en algún loquero pidiendo auxilio, o en la policía
avisando para que vengan a por mí.
En definitiva todo este texto es sólo por una razón: dar las gracias a
todos los que contribuisteis, aunque fuera un poquito, a que mi fin de semana
fuera maravilloso, a los que compartieron tren conmigo, a los compis de
habitación, a los de grupo, a los tres maravillosos y cercanos monitores y a
todo el equipo que nos llegó tan hondo con su cercanía y su humanidad. Para mí
toda esta experiencia sólo ha tenido una pequeña parte mala, y ha sido no poder
llegar a conoceros a todos, cosa que espero hacer en algún momento.
Así que gracias a todos los que, con vuestra actitud, vuestra ilusión y
vuestras sonrisas me hicisteis pasar un fin de semana que no olvidaré jamás, porque
ya sabéis, recordamos mucho más las cosas que vivimos con una gran carga
emocional..
Ve buscando un momento para que nos veamos. Y si no lo encuentras, te encontraré yo a tí.
ResponderEliminarPor lo visto descubriste un montón de sensaciones en tu viaje, cosa de la cual me alegro muchísimo. Conocer gente nueva es algo increible.
ResponderEliminarcito: " sufro 12 crisis existenciales en 1 minuto "; eso háztelo mirar eh! ;)
Kisses. Bruja.
Suerte en este nuevo trayecto.
ResponderEliminarTenía muchas ganas de perderme un ratito por aquí, y me he quedado atrapado en la primera historia, cosa que por alguna razón ya había previsto que ocurriría.
ResponderEliminarEs cierto todo lo que podemos aprender de y con los demás. Y más importante lo que podemos llegar a aprender de nosotros mismos.
Que no decaiga nunca esa ilusión!